Observatory on disarmament, arms trade, armed conflict and culture of peace
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La globalización vista desde el movimiento por la paz

Written by Centre Delàs on . Posted in Cultura de pau

(Artícle no disponible en català).  
Reflexión de la nueva situación mundial creada por la globalización capitalista desde la perspectiva del movimiento por la paz.
Artículo publicado en "El futuro de la red, Anuario de Movimiento Sociales 2001", Icaria editorial, Barcelona 2002.  
Tica Font (noviembre de 2001)

Reflexionar sobre los retos del movimiento por la paz es difícil sin tener presente aquellos acontecimientos mundiales que marcan nuestra mente, pensamientos y preocupaciones. Acontecimientos como las grandes manifestaciones desde Seattle a Génova, los atentados del o­nce de setiembre y su respuesta bombardeando Afganistán o el proceso de globalización económica.

Atrapada por los acontecimientos, mi aportación en estas páginas no constituye un listado de retos o propuestas, sino más bien una visión o lectura de los conflictos armados activos. Las tres situaciones mencionadas y la visión de los acontecimientos actuales marcan mi lectura de la ausencia de paz en el mundo, y por consiguiente de como concibo el papel de los movimientos sociales y en especial del movimiento por la paz. Tal vez el atentado sobre las torres gemelas este demasiado próximo para sustraerse de él; pero creo que puede significar un paso más en la globalización de los conflictos y las nuevas guerras. Desde estas mediaciones habrá que interpretar la lectura de las paginas siguientes. También quiero mencionar que mi pretensión no ha sido reflexionar sobre estos tres acontecimientos, que impactan fuertemente a los occidentales, sino más bien todo lo contrario, mi pretensión ha sido la de hacer presente y recoger los conflictos y las víctimas que tan poca atención merecen desde los medios de comunicación. Cuando todos hablan "del conflicto" creo necesario hacer presente los otros conflictos.

Retos desde la globalización económica

La globalización tal y como la percibimos, está dirigida a la expansión de los mercados (las fronteras de los mercados se abren al comercio, al capital y la información), esta apertura de los mercados va un ritmo más rápido que el gobierno, la regulación de estos mercados o sus consecuencias sobre las personas. Se ha avanzado más en normas, acuerdos, criterios, directrices y instituciones que dirigen los mercados globales que no en criterios, acuerdos o directrices que hagan avanzar el desarrollo humano de las persones y sus derechos.

Cuando la liberalización del mercado va demasiado lejos en el dominio de los resultados sociales y políticos, las oportunidades y las recompensas de la globalización se extienden de manera desigual e injusta, concentrando el poder y riqueza en un selecto grupo de personas, naciones y empresas, marginando a otras.

Nuestra meta no puede ser oponernos a la globalización, nuestro reto es impulsar reglas, valores, prácticas y instituciones para que haya gobiernos más sólidos – en el ámbito local, nacional, regional y global- que puedan preservar y impulsar las ventajas de la competencia de los mercados globales, pero para proporcionar un espacio suficiente para los recursos humanos, comunitarios y ambientales con la finalidad de garantizar que la globalización esté al servicio de las personas, y no tan solo de los beneficios económicos. Una globalización que comporte menos violaciones de los derechos humanos, menos disparidad entre las personas de un país y entre países, que produzca menos marginación de personas y países, que genere menos inestabilidad en las sociedades y menos vulnerabilidad de las personas, que produzca menos destrucción ambiental, menos pobreza y privaciones.

Las oportunidades y los beneficios de la globalización se han de compartir mucho más. Las tendencias de crecimiento de inseguridad humana, aumento de marginación o crecimiento de las desigualdades, no son inevitables, con voluntad y compromiso político se les puede dar la vuelta a estas tendencias. Avanzar hacia la gobernabilidad del mundo representa avanzar en el marco de reglas, instituciones y prácticas que fijen límites al comportamiento de personas, organizaciones y empresas, hay que avanzar en la creación de mecanismos que hagan que las normas éticas y los derechos humanos sean vinculantes para las empresas, las personas y los gobiernos. Avanzar en la gobernabilidad del mundo requiere establecer un núcleo común de valores, normas y actitudes compartido por los individuos, empresas, organizaciones políticas y civiles. Valores tan esenciales como es respeto a la vida humana, la libertad, la justicia, la igualdad, la igualdad de género, la tolerancia, el respeto mutuo y la integridad del planeta han de ser los objetivos que orienten la globalización y que le proporcionen un rostro humano. Para aquellos que se dedican a la política y a la gestión de la administración, la eficacia económica y los mercados competitivos son importantes, pero hay que recordarles que estos elementos no son suficientes.

Las grandes movilizaciones de protesta realizadas en Seattle Ü Génova nos ponen de manifiesto la insatisfacción y el rechazo que los nuevos movimientos sociales sienten sobre la marcha ante el proceso de globalización, y representan la oposición mundial a las directrices que marcan y rigen el proceso de globalización.

Estas movilizaciones hay que entenderlas y analizarlas en términos de globalización y han representado la interconexión y confluencia de todos los movimientos sociales, pro desarrollo humano, pro derechos humanos, ecologistas, feministas y pacifistas. El discurso de este movimiento "antiglobalización" recoge elementos de todos los grandes grupos temáticos. Cada uno de estos movimientos hemos nacido por separado, hemos confeccionado un discurso propio y en estos últimos años se ha podido observar un trasvase de pensamiento entre unos grupos y otros, a modo de ejemplo podemos recordar campañas realizadas por grandes organizaciones pro desarrollo humano, en las cuales se puede destacar un aumento en la intencionalidad de crítica política a los gobiernos nacionales y a instituciones internacionales incorporando en su critica política reivindicaciones propias de los grupos ecologistas, feministas o del movimiento por la paz (campaña minas anti persona).

Estas movilizaciones son una muestra del compromiso de los movimientos sociales con el desarrollo de una ética universal al estilo de la establecida en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Pero en este terreno hace falta avanzar más, hay que seguir impulsando la interrelación entre todos los movimientos y hay que avanzar en construir un discurso político que englobe las aspiraciones de todos los movimientos y hay que seguir avanzando en actuar y dar respuestas a escala global y planetaria. Esta puede ser una de las influencias que el movimiento ecologista ha ejercido sobre los otros movimientos.

La globalización nos reta a realizar análisis o miradas globales de los problemas con los que nos enfrentamos cada movimiento, la globalización se va extendiendo a muchos otros campos o situaciones como pueden ser los conflictos amados o guerras actuales. El impacto de la globalización se pone de manifiesto en la presencia internacional de periodistas extranjeros, asesores militares, mercenarios, organizaciones internacionales o­nG de ayuda humanitaria, instituciones internacionales como ACNUR, UE, OSCE, NN UU…

La lucha contra la guerra ha sido un eje central e histórico del movimiento por la paz; continuar en ello es importante y necesario, nuestro reto está en interpretar como cambia la guerra, las formas de enfrentamiento, los actores que aparecen en ella, los escenarios en que se producen y la financiación de los conflictos. Estos conocimientos nos ayudaran a plantearnos líneas de acción o campañas.

Nuevas guerras de globalización

Los medios de comunicación y la mayoría de reflexiones que se están haciendo desde el 11-9 se centran en intentar comprender, criticar … el nuevo conflicto en que nos hemos involucrado las potencias occidentales. En estas pocas páginas quisiera quitarme, o al menos mitigar, mi occidentalismo o etnocentrismo y hacer presentes los otros conflictos armados que hay en el mundo y sus víctimas. Intentaré que lo más cercano no nos impida ver lo mas lejano.

Conflictos ignorados por esta nueva "cruzada". Entre 1989 y 1999 ha habido 79 conflictos en el mundo, 7 de ellos entre estados (Armenia - Acerbayan, Ecuador - Perú, Eritrea - Etiopía, India – Paquistán, Iraq – Kuwait, Israel –Líbano, Mauritania – Senegal); se han visto inmersos en algún conflicto 69 países. De los 79 conflictos, 26 han sido guerras, 25 conflictos de intensidad media y 38 de baja intensidad. Las guerras entre estados dentro de muy poco tiempo serán parte de la historia.

En 1999 estaban en activo 64 conflictos, 16 de los cuales eran guerras (Afganistán, Angola, Burundi, Eritrea – Etiopía, Guinea – Bisau, Indonesia – Timor Oriental, Indochina, Yugoslavia – Kosovo, Myanmar, Rusia – Chechenia, Sierra Leone, Sri Lanka, Somalia, Sudán, Turquía – Kurdos, Tayikistán); 16 conflictos de intensidad media y 32 de baja intensidad.

Cabe destacar que entre las guerras que todavía estaban activas en 1999, 4 han sido iniciadas en posterioridad a 1989 (Burundi, Eritrea – Etiopía, Yugoslavia – Kosovo, Sierra Leona), 5 se iniciaron en años anteriores y 4 provienen de la época de descolonización. Los conflictos armados actuales se iniciaron, mayoritariamente en la época de la descolonización o en la de la guerra fría, los discursos o programas ideológicos provienen de la época en que se iniciaron los conflictos, pero la realidad del combate: escenarios en donde se lleva a cabo el enfrentamiento, los agentes que participan en el y los modos de financiación del conflicto van cambiando y se nos perfilan de forma diferente.

Repartidos geográficamente por continentes le corresponderían a Africa Subsahariana 29, Oriente Medio – Magreb 17, Asia 14, América Central y del Sur 10, Europa 9.

El final de la Guerra Fría nos hizo pensar que en un futuro próximo se acabaría con la carrera de armamentos y las guerras, que el mundo seria más democrático y pacífico. Aunque muchas cosas han cambiado, otras siguen igual, vivimos en un planeta armado y con guerras, donde las personas siguen muriendo en guerras en las que lo que se decide es el grupo, etnia o familia que controlará las riquezas de un territorio o Estado. Algunas de estas guerras y tragedias han recibido cobertura en los medios de comunicación, pero la mayoría de los conflictos tienen lugar en países desconocidos y con escaso interés para los medios de comunicación.

La última década del s. XX comenzó con la Guerra del Golfo, primer conflicto post Guerra Fría o primer conflicto Norte –Sur. A partir de entonces tenemos conflictos locales o conflictos en los que intervienen todos los países occidentales juntos, intervención militar sobre Kosovo y el ataque actual sobre Afganistán.

Durante el periodo de Guerra Fría EE UU y la exURSS se enfrentaban indirectamente a través de conflictos locales y periféricos, con la intención de desestabilizar a la otra potencia; estos conflictos eran de baja intensidad o guerra de guerrillas. Debido a la existencia de armas de destrucción masiva que permitirían una destrucción total, las dos potencias nunca se enfrentaron directamente, su lema parecía ser "peleemos pero no nos matemos", el enfrentamiento entre las dos potencias se llevó a cabo en la periferia. Fruto de esta época, es un puñado de países altamente militarizados, rearmados, descompuestos socialmente y económicamente y debilitados políticamente – Afganistán, Angola, Mozambique, Somalia, Sudan…

Este equilibrio basado en la disuasión entre las dos potencias, sin que hubiera ataques mutuos, y el mantenimiento de las tensiones, amenazas y conflictos en la periferia duró hasta el final de la bipolaridad 1989-1991. A partir de 1991 se empieza a elaborar un nuevo concepto estratégico que tendrá presente la Guerra del Golfo y el conflicto de la ex Yugoslavia. A partir del final de la Guerra Fría empieza a concebirse la seguridad occidental dentro de un ámbito global; la seguridad y las amenazas de occidente pueden situarse en cualquier parte del mundo, con carácter local, o pueden representar una amenaza global y no localizada. Que pueda cuestionarse la llegada de petróleo a occidente es una amenaza, la inestabilidad interna de un país puede ser una amenaza, el trafico ilegal de drogas, armas, el blanqueo de dinero, la inmigración ilegal, el terrorismo se configuran como las nuevas amenazas sobre occidente…, por ello EE UU y la OTAN se otorgan la capacidad de actuar militarmente en cualquier rincón del mundo, haciendo que Naciones Unidas no tengan ninguna capacidad real de actuación, relegándola a un plano secundario y otorgándole el papel moral de aprobación de las actuaciones emprendidas por EE UU y sus socios de la UE.

Cuando las potencias dejan de enfrentarse entre ellas mediante conflictos locales, cuando el comunismo deja de ser el elemento aglutinador de los conflictos periféricos, afloran con violencia conflictos ya existentes de carácter étnico, confesional o social que vienen a sumarse a los heredados de la Guerra Fría o de la descolonización.

El movimiento por la paz tiene que situarse ante la evolución que presentan los conflictos, desde la óptica de la globalización, tiene que interpretar y estudiar los elementos cambiantes en los conflictos, tiene que confeccionar un nuevo discurso y tiene que emprender nuevas campañas mas acordes con las consecuencias de la globalización.

Las nuevas guerras surgen en situaciones de crisis económica dentro de un Estado, donde predomina la corrupción, la expansión de los delitos, la ineficacia de la administración del Estado y un aumento peligroso de la violencia debido al crimen organizado y a la aparición de fuerzas paramilitares; al mismo tiempo que la legitimidad política se desvanece.

Las guerras actuales presentan elementos comunes, pocas veces encontramos ganadores claros y pocas veces se producen desastres absolutos o procesos que conducen a un país a la destrucción; simplemente se eternizan (más de la mitad de los conflictos han tenido una duración de más de 10 años). Otras veces los conflictos no se pueden delimitar en el tiempo, es difícil saber cuando empiezan y cuando acaban, no hay declaraciones de guerra (esto forma parte de la historia y del cine) ni treguas, y los acuerdos de paz son tan frecuentes como su incumplimiento.

Entre las características de los nuevos conflictos hay que señalar el cambio de escenario.

Antes de la Segunda Guerra Mundial los militares se enfrentaban en el "campo de batalla", durante la Segunda Guerra Mundial hubo enfrentamientos entre ejércitos nacionales pero por primera vez la población civil, las ciudades y el sistema productivo militar fueron campo de batalla u objetivo de los combates. En las nuevas guerras no hay campo de batalla, la población, el sistema productivo-económico, sus ciudades, casas… se ha transformado en escenario de ataque y destrucción.

Hasta hace pocos años la mayor parte de los enfrentamientos se llevaban a cabo entre ejércitos nacionales, es el caso de conflictos Estado-Estado, es decir entre fuerzas públicas, o entre ejércitos nacionales y ejércitos insurgentes procedentes de la misma población que se rebela a quienes ostentan el poder del Estado. Los nuevos conflictos incorporan nuevos actores como mafias, bandas paramilitares, unidades de autodefensa, mercenarios extranjeros, grupos terroristas… que no responden a ningún estereotipo, no se parecen a los combatientes guerrilleros de los 70 y no presentan referencias ideológica o política claras y en algunos casos de ninguna clase. Rechazan cualquier referencia a los Derechos Humanos o a la Democracia, por lo general podemos afirmar que utilizan la fuerza militar para sobrevivir, para obtener parcelas de poder y riqueza. En aquellos conflictos procedentes de la época de descolonización o de la guerra fría podemos observar una mezcla de características propias de la guerra fría con estas características de las nuevas guerras, así las guerrillas de Colombia o Filipinas se definen como guerrillas comunistas, pero hacen servir el secuestro o la droga como instrumento de financiación y supervivencia.

Un elemento preocupante es la privatización de la defensa, empiezan a proliferar empresas militares privadas internacionales. En algunos países, hay mercenarios que se venden a las concesiones mineras y de energía, que crean filiales de transporte aéreo, construcción de carreteras y comercialización. Cada ver hay más multinacionales que recurren a los servicios de mercenarios para proteger sus intereses mineros en países en conflicto o casi en conflicto. Executive Outcomes, Sandline International y Military Professional Resources Incorporated ofrecen formación y servicios militares a administraciones y grandes empresas, África es el continente con más presencia de estas empresas. Como resulta evidente estas empresas solo se sienten responsables ante aquellos que las han contratado. La pregunta es: como regular o controlar la actividad de dichas empresas y quien puede hacerlo.

Estos nuevos actores aportan nuevos métodos de lucha: el secuestro, el robo, el genocidio, la limpieza étnica, la violación de las mujeres, las matanzas colectivas, las mutilaciones o los grandes desplazamientos de población y nuevas estrategias de lucha que pretenden generar sufrimiento, humillación y odio. Todas estas estrategias y métodos de lucha tienen como objetivo la población civil. Escogen y utilizan la violencia como medio para hacerse visibles y reclamar la atención internacional. El objetivo en algunos casos no es ganar sino exterminar al enemigo (Bosnia, Kosovo…)

Estos nuevos conflictos presentan características en su economía de guerra diferentes a las anteriores confrontaciones. Por lo general son estados con poca recaudación de impuestos, con poca producción interior de riquezas o bienes, lo que conlleva que la continuidad de la guerra dependa del pillaje interno o de la ayuda externa, a menudo el gobierno pide ayuda exterior para realizar reformas económicas que son incapaces de implantar. Las formas de obtener recursos económicos que mantengan el conflicto son muy variadas, una de las formas más sencillas de obtención de dinero es el saqueo, el robo, la extorsión, la toma de rehenes, la transferencia de tierras o propiedades después de una limpieza étnica…También hemos podido observar en algunos conflictos (Bosnia…) la existencia de numerosos controles que vigilan el suministro de alimentos y de artículos de primera necesidad y que aplican un impuesto de transito que se lo quedan dichos actores y que posteriormente les servirá para venderlo a la población civil (los diversos grupos se reparten el territorio). En el caso de la ayuda humanitaria las diversas fuerzas o grupos armados cobran peaje por permitir que la ayuda humanitaria llegue a la población residente en la zona controlada por ellos; pagar un 5 % del cargamento humanitario se considera razonable, en algunos casos como los croatas-bosnios llegaron a pedir el 27 % del cargamento. También podemos mencionar otras formas como los impuestos de guerra, el pago por la protección, la producción o comercialización de droga (la guerrilla de Colombia se calcula que ingresa 800 millones de dólares por este concepto, el 70% de los ingresos económicos de la oposición de Tadjikistan provienen de la droga, lo mismo ocurre en Perú, Afganistán…), el tráfico de armas o el blanqueo de dinero, ayudas procedentes del exterior, expatriados adinerados que hacen donaciones a la causa, o ayudas de gobiernos extranjeros que les preocupa la inestabilidad del país.

La imagen de la guerra que nos ofrecen las películas ya forma parte del pasado, las nuevas guerras parecen estar en un periodo de transición entre estas guerras clásicas que muestra el cine y las películas de ciencia-ficción de violencia a escala planetaria. Todo parece indicar que los conflictos futuros serán una mezcla de guerra tradicional, de crimen organizado y violaciones a gran escala de los derechos humanos. Parece que asistimos a un periodo de violencia generalizada, a escala planetaria, tanto en occidente como en la periferia. El atentado del o­nce de setiembre abre una nueva era de conflictos, la de los conflictos asimétricos. Un conflicto asimétrico sería la nueva guerra contra Bin Laden o el terrorismo internacional. Cuando EE UU ha afirmado su hegemonía mundial, sus enemigos o sus víctimas recurren a medios de lucha no-convencional para combatirle. Como dice el Pentágono el nuevo enemigo "no combate lealmente" utiliza aviones comerciales, bombas artesanales, resulta difícil de situar geográficamente…, en definitiva esquiva la fuerza militar de EE UU y concentra sus ataques en sus puntos vulnerables. Su interés es debilitar la soberanía de EE UU y su influencia en el proceso de globalización.

Los conflictos actuales son complejos y en muchos de ellos intervienen factores diversos, nunca están desencadenados por una única causa, sino que en su origen hay muchos factores interrelacionados, de carácter económico, político, histórico o cultural. Aunque los conflictos sean diversos y complejos, podemos encontrar aspectos comunes en muchos de ellos.

En la mayoría de los casos, los países en conflicto no son de gran importancia para los países occidentales, tienen un Estado débil, que con muchas dificultades puede prestar servicios sociales mínimos como educación o sanidad, suelen estar inmersos en una crisis económica, reprimen la disidencia política, presentan poco respeto a los derechos humanos y poca sensibilidad hacia las minorías y con un tejido social desmembrado. Son países con una distribución desigual de la riqueza (una minoría rica y una mayoría pobre), de la tierra cultivable y con una elevada dosis de tensión demográfica que deja sin futuro a muchos jóvenes.

Cuando a la gente le resulta difícil satisfacer sus necesidades económicas y ambientales mínimas – sueldo suficiente, acceso al agua potable, tierra cultivable…- y cuando una elite defiende la posesión privilegiada de una gran parte de los recursos económicos existentes, y se establece una vinculación entre pobreza y desigualdad, por un lado, y violación de los derechos humanos por el otro y cuando hay ausencia de libertades básicas – organización, expresión, voto, discrepancia…-, la gente se ve abocada a escoger entre aceptar la injusticia o buscar por métodos violentos un reparto más justo de las riquezas.

La descolonización realizada por las grandes potencias y la consiguiente creación de fronteras para generar nuevos estados, ha obligado a vivir bajo un modelo organizativo político a diversas etnias y ha fusionado identidades étnicas diversas para crear identidades nacionales nuevas. Algunas veces esta identidad nacional nueva se ha basado en la identidad de la etnia más débil o minoritaria (Kosovo, Ruanda). En otros casos el trazado de las fronteras ha hecho que una etnia quede dividida entre dos o más estados. Los conflictos aparecen o se agravan si en este contexto la dirección del Estado pasa a ser controlado por una sola etnia o por un dictador. Algunos conflictos que se clasifican como étnicos no son más que luchas por el poder llevadas a cabo por clanes, tribus o etnias que pretenden controlar el patrimonio del Estado.

Durante la Guerra Fría el conflicto Este –Oeste se canalizó a través de conflictos locales o periféricos, cada bloque apoyó a una de las partes del conflicto. Acabada la Guerra Fría los bloques abandonaron estos países y cuando la argamasa de la ideología dominante desapareció, aparecieron los sentimientos identitarios o étnicos.

La globalización, tendente a la homogeneización, favorece la creación de procesos identitarios que hacen que las poblaciones se sientan pertenecientes a una etnia, o acelera dicho proceso. La diversidad étnica o identitaria por si sola no es causa de conflicto, y muchas sociedades étnicamente diversas son pacíficas; los problemas aparecen cuando esta etnicidad pretende territorializarse, transformarse en identidad política o en identidad estatal y excluye del proyecto a las minorías o a otras etnias.

El final de la Guerra Fría ha supuesto una modificación de la doctrina de Seguridad, a partir de 1991, ésta se concibe dentro de un ámbito global, y define las nuevas amenazas para occidente provenientes del terrorismo internacional, el tráfico de drogas o los diversos comercios ilegales y la inmigración. Las tres intervenciones pos Guerra Fría (Guerra del Golfo, la intervención en Kosovo y Afganistán) aportan algunos elementos comunes, en todas ellas el "enemigo" ha estado personalizado, Sadam Hussein, Milosevic y Bin Laden. Los dos primeros son o han sido jefes de Estado y el tercero, Bin Laden, representa una Organización No Gubernamental Terrorista.

De las intervenciones militares que los países occidentales han llevado a cabo en estos países, la del Golfo se planteó como un combate disimétrico (disimétrico hace referencia a diferencias cuantitativas) entre fuerzas militares públicas estatales. El enfrentamiento entre EE UU y Sadam Husein, fue un combate clásico, pero con mayor potencial militar por parte de los occidentales. Algo similar tuvo lugar contra Milósevic en Kosovo, pero entablar una "guerra clásica" contra un enemigo invisible que no utiliza las mismas armas ni las mismas estrategias de combate, como es el terrorismo internacional, no tiene sentido. En este caso el conflicto es asimétrico. Este tipo de intervención sobre Afganistán es fácil de empezar, pero resultará difícil de acabar.

Las tres intervenciones (Golfo, Kosovo, Afganistán) presentan dos planos de actuación, uno de ataque militar directo de los países occidentales y un segundo de bloqueo, embargo o corte del suministro de ayuda humanitaria. En el ataque se han utilizado armas de alta tecnología que comportan poco riesgo de vidas humanas para los militares (principio de cero muertos), dirigidas contra objetivos militares (aviones, tanques…), sistemas de comunicación y transporte (aeropuertos, puertos, carreteras, puentes…) y el sistema económico (fábricas, centrales eléctrica, aeropuerto…). El objetivo de estos ataques ha sido derribar al presidente del gobierno o al grupo político que ostenta el poder del Estado. Los ataques han buscado que la población o grupos disidentes del país se revelasen y buscaran un relevo de poder, un nuevo candidato que pueda decir que trabajará para terminar con el empobrecimiento del país. Las acciones militares van precedidas de la aplicación de un bloqueo económico y embargo de alimentos y medicinas.

Hasta ahora las políticas de seguridad de EE UU, bajo la influencia de la industria militar, no preveían la eliminación de las tensiones ni de los conflictos internacionales sino, más bien llegar a un equilibrio o control de la tensión. Las políticas de seguridad occidentales nunca se han planteado abordar y actuar sobre las causas de los conflictos. Hasta el ataque terrorista del o­nce de setiembre las políticas de seguridad americanas no contemplaban que el territorio americano fuese escenario de un ataque como el que han sufrido y al igual que en época de guerra fría su política ha estado la de mantener los conflictos, tensiones y amenazas mundiales, pero en la periferia, en otros lugares, que los masacrados fueran otros, no los americanos. Para EE UU el mantenimiento de los conflictos reporta un rendimiento político y económico. La incógnita actual es, si después del atentado del o­nce de setiembre, la política de seguridad americana cambiará o no.

Misión del movimiento por la paz es desentrañar los principios y elementos en que se sustenta la guerra; sensibilizar a la población sobre sus consecuencias; crear sentimientos de rechazo a la barbarie y presionar a los políticos para que los parlamentos debatan las misiones militares para las que se preparan.

Defensa de las personas

Las cifras de muertos en conflictos armados son aproximadas, ya que no hay fiabilidad en las cifras oficiales. Las víctimas también están sujetas a intereses políticos de los combatientes.

A principios del s. XX, el 95% de los muertos en un conflicto eran militares. Durante la Segunda Guerra Mundial, esta cifra se redujo al 50%, incluyendo las víctimas de campos de concentración y bombardeos sobre las ciudades. A finales del s. XX, los civiles muertos en conflicto llegan al 95% del total de las víctimas. El las guerras de esta última década, el campo de batalla no ha sido el campo abierto donde los ejércitos se enfrentan entre ellos, sino que el escenario más común han sido las ciudades y la población civil. Las formas en que los ejércitos atacan a la población civil han sido diversas: matanzas colectivas, mutilaciones o violaciones de mujeres y niñas, con la finalidad de generar sufrimiento, dolor y grandes desplazamientos migratorios. Para los combatientes está siendo más rentable generar dolor, sufrimiento y odio que no muerte.

Se calcula que a lo largo del s. XX ha habido mas de 110 millones de muertos, solo durante la década de los 90 ha habido más 7 millones de muertos. Pero los conflictos armados no solamente conllevan muertos, sino que las partes enfrentadas buscan el hundimiento psicológico de la población contraria, dañándolos físicamente (mutilaciones) y psíquicamente. A Bosnia, la población era encerrada en campos de concentración, escuelas o casas sin dejarlas salir y se les obligaba a vivir sin ninguna higiene, a hacer trabajos duros y humillantes. Por la noche los soldados amenazaban a las mujeres con matarlas a ellas y a sus hijas y las violaban. Los hombres eran obligados a mirar como se violaba a su mujer o su hija mientras se le apuntaba con un arma. Todo ello con el objetivo de atemorizar y humillar a los supervivientes. El trauma de haber visto asesinar o violar a familiares o vecinos es difícil de superar y genera mucho odio. Es calcula que 10 millones de niños han quedado traumatizados psíquicamente como consecuencia de las barbaridades que han visto y que requerirían tratamiento psicológico del que no disponen.

La estrategia de generar sufrimiento en la población no acaba con el daño físico o psíquico, sino que se amplia a la destrucción de bienes y medios productivos, se destruyen viviendas, se minan las tierras agrícolas, se destruyen fábricas, infraestructuras (puentes, carreteras, aeropuertos, vías de tres, centrales eléctricas, iglesias…). En definitiva se busca destruir el sistema económico.

A los supervivientes del desastre y el caos solamente les queda dejar las casa y tierras y marcharse a campos de refugiados en otra parte del país o fuera del país. Según el PNUD, al 1998 se calcula que más de 8 millones de personas han abandonado su país y el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) afirma que hay más de 23 millones de refugiados en el mundo, la mitad de los cuales son menores de 18 años, y 40 millones de desplazados.

En 1950, cuando se creó ACNUR, todavía quedaban en Europa 400.000 refugiados, consecuencia de la segunda guerra mundial, y 1.500.000 refugiados en el mundo; 50 años después la situación es bien distinta, el problema se ha agravado. De la última década, podemos destacar: en 1990 se produjeron 1.500.000 de refugiados de Liberia; en 1991 1.000.000 de Kurdos se refugian en Irán e Iraq; entre 1991 y 1992 en Bosnia se atiende a 2.700.000 refugiados; en 1994 el conflicto de Ruanda provocó más de 2.000.000 de refugiados, en 1999 los bombardeos de la OTAN en Kosovo provocaron el éxodo de 1.000.000 de personas y el ataque sobre Afganistán ha generado un éxodo de más de 1 millón de refugiados.

Los refugiados dependen de la ayuda humanitaria y sobre todo de las o­nG’s. Los países del tercer mundo acogen al 85% de los refugiados, instalados en campamentos en las fronteras o en el extrarradio de las ciudades. A menudo los países receptores los aceptan porque no pueden hacer nada más, aunque es cierto que el grado de solidaridad con los refugiados es más elevado entre los países del tercer mundo que en los países ricos.

Las grandes concentraciones de refugiados suponen una carga económica elevada para los países pobres de acogida además de la tensión que introducen entre ellos y la población que los acoge. Tensión que viene dada por la competencia que representan por los recursos y por motivos de seguridad, las diversas facciones suelen utilizar los campamentos como base de actuación o prolongación de los conflictos.

Seguridad humana versus seguridad militar

En un mundo cada vez más globalizado en donde el tiempo y el espacio se contraen y las fronteras se difuminan, las personas tienen que enfrentarse a nuevas amenazas contra la seguridad humana. Entendiendo seguridad humana en el sentido que las personas puedan tener confianza en que no van a perder las oportunidades que tienen hoy o en la esperanza en el día de mañana. La seguridad humana tiene dos aspectos importantes, la seguridad ante amenazas crónicas como las hambrunas, las enfermedades o la represión; y la segunda, la protección ante trastornos inesperados como la perdida de trabajo (estado del bienestar).

Las personas queremos vivir sin miedo. Las inseguridades que más afectan a las personas y que pueden variar según la época o zona, serian:

Inseguridad económica. La crisis financiera asiática provocó que en Indonesia más de 13 millones de personas perdieran su trabajo, y como el precio de los bienes de primera necesidad subieron de golpe, el valor de los salarios cayó en picado entre un 40 – 60 %. La economía podrá irse recuperando lentamente pero los salarios, el empleo y las vidas humanas tardan más en recuperarse.

Inseguridad laboral y de salarios. Tanto en los países pobres como en los ricos (a pesar de las diferencias), los trastornos causados por la reestructuración económica y empresarial y por el desmantelamiento de las instituciones de protección social han comportado una mayor inseguridad en los puestos de trabajo y las rentas.

Inseguridad sanitaria. Todos tenemos derecho a ser atendidos por un médico y a tener acceso a los medicamentos disponibles para nuestra curación. Pese a los progresos sanitarios, hay privaciones graves como las que sufren los más de 36 millones de afectados por el SIDA, muchos de los cuales no tendrán acceso a los medicamentos lo que transforma el SIDA en una enfermedad de pobres que podrá llegar a reducir la esperanza de vida, en los países de Africa, en 17 años.

Inseguridad cultural. Internet abre la vida de las personas al flujo de ideas y conocimientos, pero el flujo cultural actual es desequilibrado, es un flujo unidirecional, de los países ricos hacia los pobres. La industria que más exporta en EE UU es la industria de entretenimiento, Hollywood.

Inseguridad ambiental. La degradación ambiental es una urgencia silenciosa y crónica que amenaza a la población mundial y socava la forma de ganarse la vida de unos 500 millones de personas. Los mercados pujantes de pescado, gambas, papel u otros productos comportan el agotamiento de reservas y menoscaban la biodiversidad. La mayor parte de estos productos son consumidos por los países ricos, son los países ricos los que obtienen beneficios de ellos aunque sean los pobres los que tienen soportar los costes.

Inseguridad personal. Ningún otro aspecto de la seguridad humana es tan importante como la seguridad frente a la violencia física. Pero tanto en los países pobres como en los ricos la violencia esta presente: conflictos armados, tortura, violaciones de derechos humanos, violencia hacia las mujeres. El comercio ilegal de drogas, armas, mujeres y el blanqueo de dinero, contribuye a la violencia y al crimen organizado.

Inseguridad política. Los instrumentos de opresión política todavía amenazan a muchas personas. Se calcula que el numero de personas que están en prisión sin haber tenido un juicio justo es muy elevado. La justicia es un elemento que las personas valoramos mucho; es necesario que sintamos que vivimos en un estado de derecho, que tenemos una administración equitativa y justa y que los ciudadanos podemos ejercer nuestros derechos civiles con plena libertad.

Las amenazas a la seguridad humana pueden producirse en cualquier parte del planeta. Aunque algunas amenazas a la seguridad humana se produzcan en al interior de las fronteras: hambrunas, conflictos étnicos, desintegración social, contaminación ambiental, trafico de drogas, SIDA … difícilmente pueden mantenerse en el interior, llegando a expandir el conflicto a los países vecinos . Otras amenazas adoptan formas globales a causa de las desigualdades entre países, como la inmigración, que provoca que millones de personas abandonen sus casas en busca de una vida mejor, tanto si el país que los acoge los quiere o no. En muchas ocasiones las frustraciones por las desigualdades de renta y de poder político se convierten en conflictos civiles entre grupos tomando una expresión de conflicto étnico, religioso o social.

Ante estas amenazas a la seguridad humana no tienen sentido las políticas de fabricar nuevos aviones de combate, nuevas fragatas, nuevas armas "inteligentes" o construir un escudo antimisiles, … Las críticas y el rechazo al ciclo armamentista y a la militarización de nuestra sociedad mundial puede hacerse desde la eficiencia, balance de inversiones y resultados. Por ejemplo el Pentágono ha previsto gastar de 100.000 millones de dólares en desarrollar el Escudo Antimisiles que no podrá evitar ataques como el del 11–9. O bien podemos criticar el ciclo armamentista desde un cuestionamiento ideológico. Contra la inmigración de poco sirve los aviones de combate o los tanques. Dado el poco espacio disponible, he optado por cuestionar las amenazas para las cuales nuestros gobiernos, nuestros ejércitos y nuestras industrias militares trabajan y se preparan.

Como anteriormente he mencionado, la globalización ha creado y está generando muchas oportunidades para la delincuencia transnacional o transfronteriza y un aumento de organizaciones y redes delictivas multinacionales. Estas redes se hacen presentes y participan en los conflictos violentos actuales. Todo parece indicar que avanzamos hacia un modelo en donde los países occidentales tendremos islas o espacios (barrios) de violencia debido al racismo … y en los países que estén en conflicto armado podremos encontrar islas o espacios de civismo en donde sus habitantes apuestan por un proyecto político multicultural, democrático y noviolento. De ser así, el movimiento por la paz no puede quedarse en denunciar la guerra, el militarismo, abogar por el desarme o regular el comercio de armas… Tendremos que avanzar en abordar todas las violencias y denunciar los elementos que intervienen en ellas

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Centre d'Estudis per la Pau JM Delàs

Adress: Carrer Erasme de Janer, 8 (Entresol - despatx 9)
08001 Barcelona SPAIN
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