La vejaciones del Gorch Fock y el Observatorio de la Vida Militar

Escrito por Tomàs Gisbert el . Publicado en Seguretat i defensa

(Artículo publicado en Ara)

El conocimiento reciente de las humillaciones y vejaciones sufridas por los cadetes del buque escuela de la Marina alemana Gorch Fock que llegaron a cobrarse la vida de dos mujeres cadetes ha escandalizado a la opinión pública.

Pero estos no son hechos aislados, los maltratos, humillaciones y abusos sobre militares y reclutas constituyen un fenómeno persistente en la mayor parte de los ejércitos del mundo, como también sucede en el caso español, donde la reciente profesionalización del personal militar no ha logrado erradicarlos. Hechos como los relatados, significan un ataque a la dignidad humana y a los derechos fundamentales, planteando con fuerza el debate de si son sucesos puntuales o si bien forman parte estructural de los ejércitos, siendo la violencia interna, oficial o paralela,  una parte imprescindible de los procesos de adiestramiento y de preparación para la guerra. Pero la violencia, y el no respeto de los derechos humanos y la dignidad de las personas en el seno del ejército, no es un problema exclusivo de las personas afectadas, soldados y militares, ya que condiciona de manera irreversible las finalidades de las fuerzas armadas y en esta medida afecta al conjunto de la sociedad.

 


A pesar de que desde 1978 la legislación militar española recoge la obligación de todo militar de respetar los derechos inviolables y la dignidad de la persona, así como a no ser sometido a ningún menoscabo de estos derechos, ni estas leyes ni el nuevo ordenamiento constitucional protector de los derechos fundamentales, pudieron impedir que en el seno del ejército se siguieran produciendo un gran número de violaciones a los derechos humanos. La mera voluntad del legislador no ha servido para erradicar estas conductas y ello hace necesaria la articulación de medidas ejecutivas y legislativas que garanticen su cumplimiento, llevando a la práctica el deber de las instituciones democráticas de velar porque este cumplimiento sea efectivo y que las normas legales, nacionales o internacionales que prohíben estas acciones, no sean papel mojado.


No podemos dejar pasar ahora  la oportunidad de instrumentar mecanismos de prevención y vigilancia, para que la vida militar se desarrolle en el respeto y la dignidad de la persona. Está en discusión parlamentaria el proyecto de Ley orgánica de derechos y deberes de los miembros de las Fuerzas Armadas que incluye la creación del Observatorio de la vida militar. La idea de este observatorio nace de la propuesta que realizó Justicia i Pau, conjuntamente con 25 ONGs  en  2005, a los diversos grupos parlamentarios para que su creación se incorporara a la Ley Orgánica de Defensa Nacional, ley que finalmente lo asumió, dando un plazo de tres meses para su creación en el marco de una ley reguladora de los derechos  de los militares, plazo que se ha demorado en más de 5 años.
Del contenido que se dote al Observatorio dependerá de que éste sea un organismo meramente consultivo, vacío de contenido y de competencias, tal como se plantea en el proyecto de ley en tramitación, o que sea un órgano realmente efectivo y garantista.


Para ello es necesario que este Observatorio sea independiente del Ministerio de Defensa y de los ejércitos, gozando de autonomía organizativa, funcional y presupuestaria. Que esté formado por personas, nombradas por el congreso y el senado, de reconocido prestigio en la defensa de los derechos humanos, incluyendo entre ellas a personas propuestas por las organizaciones no gubernamentales de derechos humanos dando cabida así a la sociedad civil. Su mirada civil sobre el respeto a los derechos de la persona en la vida militar se ha de complementar  con que pueda recibir de las personas implicadas, y también de la ciudadanía civil, incluso de manera anónima, informaciones o denuncias referentes a la violencia y a las condiciones de vida del personal militar, con especial referencia a los militares de tropa. Así mismo, deberá disponer de la autoridad suficiente y de profundos poderes de inspección para poder controlar y acceder sin restricciones a los lugares donde se desarrolle la vida militar.


De esta forma podrá responderse a la pregunta de si la violencia interna forma parte estructural de los ejércitos, lo que nos debería llevar a su cuestionamiento, o si bien pueden renunciar efectivamente a estas violencias. En caso contrario sólo es cuestión de tiempo que aparezca nuestro propio Gorch Fock.