España y el nuevo cazabombardero
Pere Ortega - Artículo publicado en Público - 04/07/2019
No es nuevo. Se repite la historia. Europa debe de estar en la carrera aeronáutica militar para así desarrollar tecnologías que luego servirán para qué luego, en el sector civil, se puedan explotar industrialmente y disponer de una economía más competitiva. Y para ello, nada mejor que volver a iniciar el desarrollo de un nuevo caza bombardero de combate. A este acuerdo han llegado Alemania, Francia y España, para poner en marcha el Futuro Sistema Aéreo de Combate (FCAS o NGWS en sus siglas en inglés), países que participaran a partes iguales, un 33% cada uno, para disponer de este superavión.
El anuncio se llevó a cabo en la Feria de armas de Le Bourget (París) con la presencia de las ministras de Defensa de Alemania, Francia y España, así como del presidente francés Emmanuel Macron. Un avión que deberá disponer de prototipos en 2030 con un coste inicial de 8.000 millones de euros y que desarrollarán, las industrias matrices Airbus y Dassault, con las que colaborarán Thales, MBDA, Safran y MTU; y es de suponer que Indra desde España.
8.000 millones es la cifra inicial, pero no hay que engañarse, en la fase de desarrollo se necesitarán no menos de 30.000 millones que desembolsarán de las arcas públicas los estados, es decir, la ciudadanía, para beneficio de esas industrias.
No es nuevo y no debe asombrarnos, pues estos fueron los mismos argumentos que se utilizaron para desarrollar el actual EF-2000 o Eurofigther, el caza bombardero hoy vigente en estos mismos países, Alemania, Francia, España, en los que también participaron Reino Unido e Italia. Un avión de combate que también se presentaba como imbatible y que sería la última y más prestigiosa novedad en aviones de combate, envidiado por muchos países que acabarían adquiriendo, convirtiéndose en un gran negocio para las empresas y países productores. ¿Se cumplió esa expectativa? Categóricamente no.
El número de aviones EF-2000 pactados por los países firmantes del proyecto fueron: Reino Unido 232, luego rebajados a 160; Alemania, 180 rebajados a 143; Italia, 121 rebajados a 96; España 87 rebajados a 73. Francia a pesar de participar en la fabricación, se separó del proyecto EF-2000, para impulsar un prototipo propio, el caza Rafale. Mientras que el número de EF-2000 exportados fueron: a Arabia Saudí 72; Austria 15; Oman 12; Kuwait 22 y Catar 14. En total 607 fueron los cazabombarderos fabricados.
Una cifra nada desdeñable, pero el imbatible tecnológicamente Eurofigther, no superó en ventas a los Tornado de la británica BAE Systems que vendió 991 aparatos. Mientras que el Rafale de la francesa Dassault vendió algunos menos que el EF-2000 pero alcanzó la estimable cifra de 310 cazas.
Y sin contar con toda la gama de aviones de combate que se fabrican en Estados Unidos por parte de Lockheed Martin (F-35, otro avión considerado imbatible), o los modelos de Boeing. Aviones de combate de los que son poseedores muchos países europeos y que siguen adquiriendo. Con lo cual el EF-2000 ha sido un cazabombardero más entre los muchos otros que se fabrican, y queda en entredicho de que el proyecto EF-2000 fuera un gran éxito entre los países socios dentro de la UE, pues ni ha conseguido desbancar los otros prototipos europeos, ni rivalizar con los de Estados Unidos.
A parte queda la cuestión más importante: los costes. El EF-2000, en España (en cada país ha tenido unos costes diferentes) en su fase inicial, en 1997, fue presupuestado con un coste de 9.255 millones de euros, cuando en 2019 ya se han desembolsado 12.843 millones para 73 aparatos (176 millones por unidad). Una cuantía de la que unos 4.000 millones (no se sabe con exactitud) fueron en ayudas de I+D para el diseño y desarrollo del aparato.
Un gasto colosal en I+D y producción que se supone ha tenido un efecto beneficioso para la economía productiva española debido al trasvase de tecnologías al sector civil. Algún experto del Ministerio de Ciencia y Tecnología desde dónde se ha financiado la I+D para producir el EF-2000 debería explicar si se ha llevado algún estudio para cuantificar los efectos beneficiosos de semejante dispendio para las arcas públicas. No que sepamos.
Entonces pura superchería pseudocientífica para justificar el tirar a la basura 4.000 millones de I+D, y el resto de 8.900 millones en adquirir unos aparatos que se supone han proporcionado bienestar a la población española.
Un despilfarro que ahora se vuelve a poner en marcha con el FCAS en una espiral de miles de millones de euros que irán en detrimento de la economía productiva, la real, la que en verdad beneficia a la población. A parte de otra cuestión de mayor importancia. El FCAS contribuirá como cualquier otro proyecto armamentista a la carrera de armamentos y al militarismo subyacente entre países competidores para controlar la hegemonía mundial.