100 días de guerra en Libia
Tres meses es un plazo suficiente para hacer un balance de cómo se ha desarrollado la intervención militar contra el régimen de Gadafi en Libia y si se han cumplido las expectativas previstas por los estados que impulsaron las resoluciones de Naciones Unidas.
Recordemos que las revueltas iniciales de la población libia fueron en demanda de libertad y democracia, el mismo tipo de reivindicaciones que han recorrido todos los países del norte de África y del Próximo Oriente, y que hasta el momento han hecho caer a las dictaduras de Túnez y Egipto, movilizaciones que perseveran con mayor o menor intensidad en todos los países de la región.
Pero en Libia, como después en Siria y a diferencia de Túnez y Egipto, las fuerzas armadas dispararon contra los manifestantes produciéndose un centenar de muertos. Pero en Libia se produjo un hecho diferencial importante, las protestas acabaron en lucha armada para derribar al régimen de Gadafi. La respuesta del dictador libio fue contundente, anunció que no tendría ninguna piedad con los insurgentes y los eliminaría.
Estos hechos motivaron una fuerte presión diplomática encabezada por el gobierno francés de Nicolás Sarkozi en demanda de una intervención militar para implementar unas resoluciones que impidieran una masacre de la población. Se apelaba al “derecho a proteger” a una población amenazada reconocido en Naciones Unidas. Francia, con el apoyo de Estados Unidos, logró sacar adelante dos resoluciones (1970 y 1973) en el Consejo de Seguridad, pero con cinco abstenciones significativas, las de Alemania, India, Brasil China y Rusia. Resoluciones en las que se arbitraban diversos mandatos para proteger a la población libia. Se acusaba al gobierno de Gadafi de crímenes contra la humanidad y se instaba al Tribunal Penal Internacional a abrir investigaciones sobre posibles crímenes contra la humanidad; se instaba a un alto el fuego inmediato en Libia; se imponía una exclusión del espacio aéreo libio para impedir ataques de las fuerzas fieles a Gadafi contra civiles; se arbitraban diversas sanciones económicas consistentes en congelación de cuentas en el exterior; se decretaba un embargo de armas sobre Libia; se arbitraban ayudas por la crisis humanitaria que se estaba produciendo debido a los refugiados que huían de los enfrentamientos; se excluía la intervención terrestre; y por último se dejaba en manos de una coalición internacional la aplicación de la exclusión aérea.
La exclusión aérea se aplicó de inmediato mediante ataques a instalaciones aéreas militares libias por parte de Francia, Reino Unido y EEUU. La coalición internacional se dejó bajo el mando de la OTAN y se amplió hasta 18 países con la presencia significativa de Qatar y el apoyo de la Liga Arabe.
Transcurridos estos primeros 100 días de intervención militar en Libia el balance del conflicto es, cuanto menos, desastroso. Las resoluciones instaban a proteger a la población. Pero la intervención de la OTAN no ha impedido una guerra civil que en el tiempo transcurrido ha producido 15.000 muertos. Los ataques aéreos, 5.500 según la propia OTAN, en un primer momento destinados a cerrar el espacio aéreo libio, han sobrepasado el mandato de la ONU, apoyan a las fuerzas rebeldes y atacan a las fuerzas de Gadafi bombardeando infraestructuras e instalaciones civiles y con efectos colaterales indeseables (muerte de civiles). Es decir, la coalición internacional, nunca ha jugado un papel neutral, lo que se evidencia con el incumplimiento del embargo de armas. Desde el primer momento los rebeldes recibieron armamento desde la frontera con Egipto sin que la coalición lo impidiera. Más adelante algunos de los países miembros de la coalición enviaron armas y asesores militares y políticos (Francia y EEUU) como ayuda a los rebeldes. Lo cual infringe la resolución de no intervención terrestre, esto se corroboró con el envío por parte de Francia de helicópteros de ataque terrestre.
Otro de los motivos de la intervención fue la supuesta catástrofe humanitaria. Pues en Libia nunca se ha llegado a producir. Los residentes extranjeros han podido salir repatriados por sus propios países de origen sin incidentes. Ni ha habido oleadas de refugiados a que atender como atestiguan las ONG sobre el terreno, o la propia ACNUR, que los cifró en un máximo de 9.000.
El resultado final no puede ser más negativo. Quebranto de las resoluciones de Naciones Unidas, debido al apoyo explícito a los rebeldes que luchan por acceder al poder, entre los que se encuentran algunos líderes de dudosa legitimidad (militares y ex ministros de anteriores gobiernos de Gadafi). Hoy en Libia hay una guerra civil que se puede perpetuar, pues son diversos los clanes internos que han dado su apoyo a uno u otro bando. Esto ha obligado a la coalición internacional ha prolongar indefinidamente la intervención militar. Mientras, EEUU da muestras de cansancio y anuncia su retirada de la coalición internacional para que el peso de la misión lo asuman los aliados europeos.
Una vez más, se ha empezado una intervención militar dónde los objetivos iniciales se han modificado y ahora no se sabe cómo salir del conflicto. Una vez más, el mal producido por la guerra es muy superior del que se deseaba impedir.