Siria, la falacia de seguir armando
Artículo publicado en Publico.es
La guerra civil en Siria ya hace casi dos años que dura. Y hasta ahora los resultados son más de 70.000 muertos, centenares de miles de heridos, un millón de refugiados, más de dos millones de desplazados internos y un país paralizado y hundido en el caos.
Ante la violenta represión iniciada en marzo del 2011 contra las demandas pacíficas de libertad y justicia, muchos activistas no vieron más salida que armarse. Pensaban que sólo armados, o con una intervención militar exterior, la represión se podría parar. Sin embargo, después que en julio del 2011 se formase oficialmente el Ejército Sirio Libre, la violencia no ha hecho más que aumentar, los muertos se han incrementado mucho más rápidamente y el régimen demuestra no tener escrúpulos al castigar a los rebeldes y a sus partidarios. La oposición se ha hecho fuerte en regiones importantes del territorio sirio, pero el régimen sigue controlando todo el espacio aéreo y exponiendo poblaciones enteras a las represalias indiscriminadas de su ejército.
Un buen ejemplo de esta violencia sin límites es el anuncio hecho el 16 de marzo por Human Rights Watch (HRW), en el que registraba 156 ataques con bombas de dispersión, bombas prohibidas por la Convención Internacional sobre municiones de dispersión. Según HRW, el ejército habría atacado al menos 119 poblaciones con bombas de dispersión de fabricación mayoritariamente soviética de los modelos RBK-250 PTAB-2.5 y RBK-250 AO-1Sch, de los años 70 y 80. Estas bombas son especialmente mortíferas e indiscriminadas porque lanzadas desde aviones o helicópteros se abren a media trayectoria y se dispersan a su vez en hasta 150 proyectiles fragmentados en todas direcciones. Los fragmentos acaban alcanzando principalmente a civiles ya que no distinguen entre civil y combatiente y provocan un elevado porcentaje de residuos explosivos que siguen mutilando a la población hasta después de finalizado el conflicto.
Es por eso que las bombas de dispersión fueron prohibidas, pero la Convención no ha sido firmada ni por Siria ni por Rusia, principal proveedor del Ejército de Bashar AlAsad. Las evidencias recogidas en decenas de videos de activistas locales, confirmados por HRW, han llevado a muchos países a condenar el uso de estas bombas por parte de Siria, entre ellos Estados Unidos – que tampoco ha firmado la Convención -. España, pese a haber sido uno de los primeros países en eliminar las bombas de dispersión, no ha hecho ninguna declaración al respecto, mostrando un comportamiento incoherente e irresponsable hacia el conflicto sirio.
Pese a las condenas, los estados que apoyan a la oposición, los llamados “Amigos de Siria”, siguen apostando claramente por una solución militar al conflicto. Sin querer intervenir con tropas propias, reconocen sin embargo al Ejército Sirio Libre (ESL) y a su contraparte en el exilio, la Coalición Nacional Siria, como únicos representantes de la oposición. La Unión Europea debe decidir este mayo si levanta el embargo sobre la exportación de armas y material ‘no letal’ a Siria, abriendo la vía para armar directamente a la oposición. Pese a la Posición Comuna de la UE 2008/944/PESC que establece en su criterio 3 la denegación de exportaciones a países en que la “situación interna” presente “tensiones o conflictos armados”, el argumento de Gran Bretaña o Francia es que no hay otra solución para acabar con el conflicto que la de dotar a los rebeldes con más armas. Una única solución, la vía militar, que ya hace dos años que intentan por su cuenta los sirios sobre el terreno. Pero esta estrategia europea puede deberse también al hecho de que hasta ahora este rol financiador de armas ha recaído principalmente en los países del Golfo, y a menudo con destinación a grupos de inclinación jihadista radical o a grupos locales que se han visto forzados a adoptar posturas más rigoristas para satisfacer a sus financiadores.
La UE no quiere que triunfe una oposición en la que pueda tener poca capacidad de influencia. Así, argumenta que la retirada del embargo permitirá al ESL reequilibrar sus fuerzas, pese a que ya hay evidencia de que muchas armas dirigidas al ESL acaban de todos modos en manos de brigadas de tendencia más radical. De levantar el embargo, la Unión Europea daría muestras de un talante muy poco merecedor del Premio Nobel de la Paz. Armar a la oposición amiga quiere decir aumentar la circulación de armas en la región, una región, Oriente Próximo, que no va corta de armamento ni de conflictos, y donde a menudo se dirimen las egolatrías de las grandes potencias sin que éstas tengan que ensuciarse las manos.
Por otro lado, la existencia de otros movimientos anti-régimen que desde el inicio de la resistencia han llamado a una solución política y pacífica del conflicto ha sido ignorada. La Unión Europea no parece dar prioridad al Comité Nacional de Coordinación para el Cambio Democrático, a los firmantes de la Declaración de Ginebra del 29 de enero del 2013 o a los miles de activistas noviolentos que siguen luchando en el país y en el exilio por el cese de las agresiones y por el cambio político. Muchos de estos, entienden que el papel que potencias como Rusia o Irán juegan en el conflicto debe ser tenido en cuenta a la hora de frenar su apoyo militar al delirio de violencia perpetrado por el régimen de Bashar AlAsad.
Entre nuevos temores de uso de armas químicas contra la población civil, el amplio uso de armas de dispersión y la circulación de nuevas armas de fabricación yugoslava, la escalad de violencia no cesa, las víctimas del conflicto van en aumento y el fin de la guerra parece más lejos que nunca. La falacia de que la violencia solo se para con más violencia se revive cada día en cada rincón de la geografía siria. Aumentar la entrada de armas en el país agravará el conflicto armado y, con él, el sufrimiento de la población siria, exacerbará los odios comunitarios y en nada contribuirá a la resolución pacífica y justa del conflicto. Hay muchas maneras de contribuir al fin de las agresiones en un conflicto armado. Las vías diplomáticas, económicas y humanitarias no parecen ser una prioridad para la Unión Europea. España ni siquiera es capaz de condenar el uso de bombas de dispersión por parte del régimen de AlAsad.