Siria, o cómo aprender de los errores
Reproducimos un artículo de Tica Font y Pere Ortega publicado en el diario Público sobre la situación en Siria.
El uso de armas químicas es, desde luego, condenable, y merece duras sanciones de la comunidad internacional el país que las utilice. En Siria, se acusa tanto al gobierno de Bachar Al Asad como a los rebeldes de haberlas utilizado. Pero esa información aún no ha sido certificada por los inspectores de la ONU. Y, no se debe olvidar, que ese tipo de informaciones sobre el uso de armas de destrucción masiva fueron las mentiras utilizadas para atacar a Irak en 2003. Por tanto, se trata de una información que busca el apoyo de la opinión pública mundial a la decisión de bombardear Siria.
El portavoz de la Casa Blanca ha informado que un ataque inminentemente sobre Siria no tiene como objetivo derrocar el gobierno de Al Asad, sino que el objetivo es forzar la negociación del régimen con los insurgentes. Es decir, no habrá una invasión por tierra como en Afganistán e Iraq. Tampoco como en Libia, para ayudar a los rebeldes a alcanzar el poder. Pues esas decisiones se saldaron con fracaso. Además, hay desconfianza fundada de que entre las fuerzas rebeldes actúan diversos grupos yihadistas. Entonces EEUU, tan solo pretende forzar a las partes enfrentadas militarmente a negociar un nuevo reparto del poder político que incluya a los grupos no presentes en el régimen actual.
Se puede afirmar, que el anuncio de lanzar ataques sobre Siria solo es un cambio de estrategia y la novedad, tan solo radica en los medios a utilizar. Ahora se prepara un ataque unilateral por parte de EEUU y algunos aliados, seguramente bajo el paraguas de la OTAN. Mientras que anteriormente lo que se había intentado fue presionar al régimen para que aceptara una negociación con los disidentes e insurgentes armados. Los dos años de guerra civil transcurridos han puesto de relieve la debilidad de los países implicados en el conflicto de Siria, que son muchos y potentes. A saber, en favor de los rebeldes, Arabia Saudí, Catar, Jordania, Turquía, la comunidad sunita de Irak, Reino Unido, Francia y EEUU; por el contrario, en favor del gobierno de Al Asad, estaban Irán, la milicia de Hizbollah y Rusia. Y neutral, pero muy preocupado con el desenlace final, Israel.
En el terreno militar la manera de presionar a las partes en conflicto fue decretar un embargo de armas que no ha sido respetado. Rusia e Irán han facilitado armas al gobierno de Al Asad; y Arabia Saudí y Catar a los insurgentes, mientras que EEUU, Reino Unido y Francia les prestaban ayuda militar. En definitiva, al igual que en la Guerra Fría cada país ha dado apoyo a uno de los bandos. Se buscaba equilibrar la fuerza militar, que las dos partes enfrentadas llegaran al convencimiento que mediante el uso de la fuerza no ganarían. Que podían prolongar la guerra, pero que nadie saldría vencedor de la misma. En esta fase llevamos dos años con más de cien mil muertos, más de dos millones de desplazados y la guerra continua.
En el ámbito político, la comunidad internacional, no hizo los esfuerzos suficientes para hacer confluir una propuesta de negociación. Cierto es, que con semejante multitud de actores implicados, no era fácil llegar a una conferencia de paz en Siria. Pero no imposible. Si no se consiguió fue porqué EEUU no aceptó la propuesta de Rusia de incluir a Irán en la conferencia. Por tanto, no hubo una voluntad real de resolver el conflicto, pues vetar la presencia de Irán, el aliado principal de Siria, mientras que por el otro lado estaban multitud de países contrarios a Al Asad era tanto como abortar la conferencia.
Ahora de manera unilateral y seguramente de manera ilegal, se propone un ataque que seguramente no contará con una resolución favorable del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, por la oposición segura de Rusia y China. Se podrá bombardear instalaciones estratégicas del régimen, con el objetivo de humillar al gobierno de Al Asad y forzar a que negocie con los insurgentes. Esta actuación no tiene asegurado el éxito, los bombardeos pueden disminuir la capacidad militar de las fuerzas gubernamentales, pero Al Asad no quedará derrotado y no tiene por qué aceptar una negociación. Sobre todo si continúa teniendo el apoyo de Rusia, Irán e Hizbollah.
¿Entonces qué se debe hacer? Alternativa hay, y es la misma para todos los conflictos. Conseguir el consenso internacional entorno a la necesidad de negociar una salida a la guerra civil de Siria. Ban Ki Moon, secretario general de Naciones Unidas lo dijo ayer: La paz es posible. Se debe abrir de nuevo una negociación de todas las partes en el conflicto sin exclusiones que conduzca a una Conferencia de Paz de todos aquellos actores que tienen capacidad para encontrar una solución pactada.