La crisis y la inevitable reducción del gasto militar
Artículo publicado en el GDAMS Newsletter
La aritmética es una ciencia exacta, pero los números cada cual los hace cuadrar según sus criterios e intereses. Esto es lo que pasa con las cuentas del gasto militar, hay quién hace las cuentas de una manera y otros las hacen de otra.
Así, por ejemplo, un Centro de prestigio reconocido como el SIPRI, introduce unos criterios con todos los supuestos que envuelven el gasto militar, donde se tienen presentes las clases pasivas militares, las contribuciones a organismos militares internacionales, los cuerpos paramilitares, la R+D militar, el personal civil a cargo del Ministerio de Defensa. Pero a la hora de mostrar las cifras, para hacer comparable el gasto militar entre todos los países del mundo, el SIPRI acaba aceptando lo que los gobiernos de los países declaran, a pesar de que los criterios que indican inducen a pensar que el gasto militar real es muy superior.
El mejor ejemplo de lo indicado lo tenemos en Estados Unidos, el gasto militar aprobado para este año 2013 ha sido de 633.000 millones $, mientras que otras fuentes independientes aumentan la cifra a 673.000 millones $, y la War Resisters League señala que considerando los múltiples gastos militares repartidos por otros departamentos el gasto militar real es de 839.000 millones $. Esto mismo es aplicable a las grandes potencias de China y Rusia, donde el gasto militar está camuflado entre otros muchos ministerios y departamentos.
Hecha esta primera advertencia, pasemos ahora a analizar el gasto militar mundial actual.
Entre 2005 y 2011, a precios constantes, el gasto militar aumentó en todas las regiones del mundo con excepción de Europa, donde la crisis económica aparecida en 2008 ha hecho retroceder el gasto. Pero la crisis es sistémica, quiero decir del modelo político y económico que domina el mundo actual, es decir, el capitalismo. Y donde más se hace sentir esa crisis es entre los países desarrollados del primer mundo, especialmente en Estados Unidos y Europa.
Y si algún gasto es superfluo e ineficiente desde un punto de vista macroeconómico es el militar. Esto se evidenció tras la llegada de la crisis, los gobiernos de Europa y EEUU empezaron a aplicar recortes del gasto público, y el primer ministerio en ver disminuir el presupuesto fue el de defensa. La reelección de Barack Obama en 2012, como presidente de EEUU fue acompañada de la propuesta de disminuir en los próximos diez años el presupuesto del Pentágono en 487.000 millones $. En términos reales respecto del PIB, el gasto militar de EEUU ya estaba descendiendo desde 2011 que fue de 690.000 millones $, mientras que la propuesta para el ejercicio de 2014, ha sido de disminuir hasta los 572.000 millones $.
En Europa, la llegada de la crisis en 2008 también ha obligado a que diferentes gobiernos europeos emprendieran reducciones en sus presupuestos, y así, el gasto militar se ha reducido en casi todos los países, en especial, las principales potencias, Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, y en menor grado España. El camino emprendido ha sido anular algunos grandes proyectos de armamentos o reducir el número de sus fuerzas armadas.
Por ejemplo. el Reino Unido acordó llevar a cabo recortes en su gasto militar, un 8% anual en cuatro años con un ahorro de 20.000 millones de libras esterlinas, lo cual ha obligado a reducir el número de cabezas nucleares, retirar 20.000 soldados establecidos en Alemania, dar de baja tres portaaviones y los aviones Harrier que transportaba, desmantelar submarinos Vanguard, así como abandonar la fabricación del avión de combate de aterrizaje vertical Joint Strike Fighter, y por último renegociar contratos con la industria de defensa.
Francia se ha visto obligada a revisar sus objetivos concretados en su Libro Blanco de defensa de 2008. Así, en 2009, se anunció suprimir 54.000 efectivos del ejército para el año 2015 y, la construcción de un segundo portaaviones, también decidió posponer la fabricación del avión Mirage 2000D. Y recientemente, marzo de 2013, el actual presidente François Hollande, ha propuesto reducir un tercio el número de las fuerzas armadas (100.000 soldados) y reducir el gasto del ministerio de Defensa en un 50% para el año 2020, pasando de los 30.000 millones € actuales a 15.000 millones €.
A su vez, el gobierno de Alemania anunció la profesionalización de sus ejércitos reduciendo el número de efectivos, pasando de 252.000 a 185.000 soldados. Además, la canciller Angela Merkel anunció reducir el gasto militar en 450 millones de €, de los cuales 250 millones recortarían adquisiciones de armas, como por ejemplo anular el compromiso de adquirir 37 nuevos EF-2000. Con respecto al avión A400M, el gobierno alemán ha reducido a 40 las 60 unidades comprometidas inicialmente, así como reducir también en número de helicópteros NH-90 y Tigre y el sistema de misiles MEADS.
Por su lado, Italia ha reducido en 25 unidades la compra de aviones EF-2000 a EADS y sólo adquirirá 6 fragatas FREM en lugar de las 10 unidades previstas.
Por último, España, uno de los países europeos donde la crisis golpea con mayor fuerza, el paro de la población activa alcanza al 25% (más de cinco millones de parados), el gasto militar en términos reales desde 2008 ha descendido un 20%. Pero a pesar de ese descenso no se ha reducido el número de efectivos del ejército y tampoco se ha anulado ningún gran contrato de armas, así continúan los programas de los aviones de combate EF-2000, el avión A400M, los helicópteros NH-90 y Tigre, blindados Leopard y diversos buques de guerra, y la reducción en gasto solo afecta al mantenimiento operativo de los equipos de armas y de las fuerzas armadas, con lo cual buena parte del ejército español ha quedado inoperativo.
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Según el SIPRI, el gasto militar mundial en 2012 fue de 1,740.000.000.000 $, experimentando un pequeño aumento, un 0,3% respecto a 2011, gasto que representa el 2,5% del PIB mundial. Una cifra, que podría ser muy superior si se considerara, como ya se ha indicado, lo que no declaran los estados. Esta enorme masa de dinero se destina a mantener 21 millones de soldados (1,8 millones en la Unión Europea) y a adquirir enormes cantidades de armas (400.000 millones $ anuales). Un gasto militar que alimenta viejos conflictos armados así como la aparición de nuevos.
Estas cifras, demuestran que aunque poco, el gasto militar continúa aumentando en el mundo, pues sí bien desciende en Europa y EEUU, está aumentado en otras regiones, en especial entre las potencias emergentes, los BRICS, Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, y otros países que aspiran a ser potencias regionales, como Turquía; o que mantienen disputas, como Arabia Saudí frente a Irán, Japón y Corea del Sur frente a Corea del Norte, o Taiwan frente a China. Aunque también es cierto, que ninguno de los BRICS busca enfrentarse a EEUU por la hegemonía militar en el mundo. Si se compara el gasto militar de los BRICS se puede comprobar que es muy inferior frente al de EEUU (Tabla 1). Aunque es bien cierto que China, en los últimos diez años, ha incrementado fuertemente su gasto militar, alrededor de un 8% anual. Pero aun así, continúa estando muy lejos del de EEUU, un país que, con solo el 4,5% de la población y el 20% del PIB mundial, en cambio acapara casi la mitad, el 42%, del total de gasto militar mundial.
Por otro lado, también hay que mencionar, que ni China ni el resto de los BRICS, a pesar de aumentar el gasto militar se hayan propuesto competir con EEUU en una carrera de armamentos, pues el tipo de armas al que dedican sus esfuerzos no se refiere a estratégicas, nucleares o mísiles intercontinentales, que puedan amenazar a EEUU, sino que se han dedicado a invertir en armas convencionales, y muy especialmente a reforzar sus armadas con la construcción de submarinos y buques de guerra. Lo cual indica que están más preocupados por asegurar las vías marítimas por donde discurren los recursos minerales y energéticos que fluyen hacía sus países, que no en rivalizar militarmente con EEUU.
Aunque es prematuro anunciar una drástica reducción del gasto militar, lo cierto es que la tendencia del gasto militar mundial disminuye, por un lado, porque las potencias emergentes, no buscan el poder a través de aspectos militares, ni intentan rivalizar con EEUU en poder militar; por otro lado, porqué debido a la crisis, que golpea especialmente a EEUU y Europa, se hace inevitable reducir aquellos gastos más superfluos, y sin duda, el menos justificado es el gasto militar. A ello, dedico la última parte de este artículo.
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Los partidarios de la defensa armada esgrimen como principal argumento del gasto militar los enormes beneficios que reportan a las economías nacionales la producción de armamentos por los efectos del trasvase de tecnologías en I+D a la producción de bienes civiles. O también, que una parte del bienestar económico reside en ese enorme gasto militar, pues se establece una estrecha relación con el conglomerado económico que rodea la industria militar y las exportaciones de armas. Para demostrar sus afirmaciones acuden al caso de EEUU, aduciendo que casi un tercio de la actividad económica de este país depende directa o indirectamente del sector militar.
Esto es cierto relativamente, pues mientras ese gasto militar se mantuvo en ciertos límites, pudo ser absorbido mediante deuda pública, pero cuando a partir de 2001 se inició la política de Bush de guerra contra el terrorismo, y se iniciaron las guerras contra Afganistán e Irak, ya no fue así y se produjo un gasto de 1,300.000.000.000 $, que según cálculos de otros economistas (Joseph Stigliz) supera los 3,000.000.000.000 $. Por lo que se disparó el endeudamiento del estado hasta llegar a desestabilizar el presupuesto estadounidense. Este enorme gasto contribuyó, junto a la crisis de las subprimes, a la caída del sistema financiero de EEUU, que después contagió al resto de países aliados en Europa.
El supuesto impacto positivo del gasto militar en la economía, que ha llevado a alcanzar las enormes cifras actuales, se ha demostrado un espejismo. De hecho, la economía crítica demuestra que el gasto militar entorpece el crecimiento de la economía productiva, porque los enormes recursos que absorben los costosísimos programas de armamentos, y el mantenimiento de las fuerzas armadas en general, no contribuyen al desarrollo de la economía real. Pues no hay que olvidar que las armas, en su mayor parte, más de un 95%, son adquiridas por el Estado, y no hay intercambio en el mercado perdiendo su valor social de creadoras de riqueza.
Esta visión sostiene que los mismos recursos destinados a la producción civil generarían más crecimiento. Esta afirmación se sustenta en tres grandes ideas. Primero, porque es dudoso el traspaso automático de la tecnología del sector militar al civil, ya que generalmente se atrasa en el tiempo porque es secuestrada en el ámbito militar hasta su pleno desarrollo, y sólo después de haber experimentado todas sus aplicaciones, y en una parte muy reducida será aprovechada en el sector civil. Segundo, porque genera endeudamiento público e inflación al impedir que los bienes de capital se destinen al sector productivo civil. Tercero, porque entorpece el crecimiento de la economía mundial del resto de países, pues la tecnología convertida en armamento, al ser adquirido por terceros países tendrá consecuencias negativas para los países no industrializados al dedicar sus escasos recursos a la compra de armas, en lugar de destinarlo al desarrollo humano de sus poblaciones.
El próximo 15 de abril, declarado “Día mundial contra el gasto militar”, es una fecha para levantar la voz y mostrar el desacuerdo con las políticas que justifican ese desbaratado gasto militar que consume recursos necesarios para el bienestar humano, además de ser una amenaza para la paz y la seguridad mundial.
(1) Sipri yearbook 2012 en $ constantes 2011