Observatorio sobre desarme, comercio de armas, conflictos armados y cultura de paz
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Los movimientos de la sociedad civil hacen un llamamiento a la acción inmediata para detener la guerra en Siria

Escrito por Centre Delàs el . Publicado en Conflictes i guerres

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19 de octubre de 2016. La masacre en masa y los crímenes de guerra de los que hoy somos testigos en Siria merecen el más alto nivel de compromiso de los ciudadanos: exigen un compromiso a nivel mundial para lograr un alto el fuego y la apertura de un proceso para llegar a una solución política. El asunto no puede ser más urgente.

Como consecuencia de las discusiones en el congreso de Berlín (principios de octubre), el IPB propone los siguientes 6 puntos para un plan de paz. No es una estrategia exhaustiva, pero ofrece una orientación para la acción internacional de la sociedad civil en las próximas semanas y meses, especialmente para aquellos de nosotros que vivimos en los países occidentales.

1. No hacer daño (Do no harm). Hay límites a lo que cualquier gobierno (incluyendo los EE.UU., el más poderoso) es realmente capaz de hacer. Pero cuando sus actuaciones en el terreno empeoran en realidad la situación, la respuesta a esas acciones debe basarse en el juramento hipocrático: en primer lugar, no hacer daño. Esto significa detener los ataques aéreos por todos lados y detener la destrucción de las personas y ciudades. Atacar hospitales y escuelas es un crimen de guerra. En este momento en Alepo los principales culpables parecen ser el régimen de Assad y Rusia. Sin embargo los EE.UU. y algunos de sus aliados también tienen un largo historial de ataques aéreos sobre la población civil, en su caso en otras partes de Siria y en países que van desde Afganistán a Libia y a Yemen. Cada bomba es una de más, especialmente porque, de hecho, tienden a fortalecer las organizaciones extremistas. Por otra parte, no es sólo una cuestión de los ataques desde el aire. Los espacios de lucha, la formación, y los suministros de las fuerzas militares externas también deben cesar.

2. Hacer una realidad la no presencia militar sobre el terreno (“no boots on the ground”). Hacemos un llamamiento para la retirada de todas las tropas, incluyendo fuerzas especiales, así como la eliminación de los aviones extranjeros y drones en el espacio aéreo sirio. Sin embargo no apoyamos la petición de una zona de exclusión aérea, lo que requeriría patrullas aéreas de los miembros del Consejo de Seguridad y significaría un riesgo de conflicto directo entre los EE.UU. y Rusia. Esto es especialmente peligroso cuando las tensiones entre ellos están aumentando, y también podría intensificar aún más la lucha en el terreno. La presencia de tropas de Estados Unidos ofrece exactamente lo que ISIS y otras organizaciones extremistas quieren: la presencia de tropas extranjeras en su territorio, proporcionando nuevas oportunidades de reclutamiento basadas en una renovada evidencia de la intromisión occidental en los países musulmanes, así como proporcionando miles de nuevos objetivos. Es algo idéntico a los objetivos de Al Qaeda de hace 15 años, que consistían en provocar a los EE.UU. para que enviasen tropas a su territorio con el fin de luchar contra ellos allí. Una vez dicho esto, nuestro objetivo no es el de dejar el territorio libre a las fuerzas del Gobierno. El objetivo de la retirada de las fuerzas extranjeras es apaciguar el conflicto y abrir rápidamente las conversaciones sobre un acuerdo político. Si bien esto, por supuesto, contiene un elemento de riesgo para la población civil, también lo hacen las políticas actuales que permiten las masacres en masa para poder continuar.

3. Detener el envío de armas.  El IPB cree que se deben tomar medidas en la dirección de un embargo de armas completo y absoluto por parte de todos. Los sirios "moderados" suministrados por Estados Unidos son a menudo invadidos por ISIS, la franquicia siria de Al-Qaeda o por otras milicias no tan moderadas, o bien ven que sus combatientes desertan para incorporarse a estas milicias menos moderadas. Tanto si estas armas se despliegan y son utilizadas por extremistas o por los gobiernos o milicias "moderados" supuestamente apoyados por Estados Unidos, el resultado es más y más violencia contra la población civil. Los gobiernos occidentales deben poner fin a su práctica de ignorar las violaciones de los derechos humanos y del derecho internacional cometidos con sus armas y por sus aliados. Sólo entonces podrán tener la credibilidad para instar a Irán y Rusia para poner fin a su propio envío de armas al régimen sirio. Los EE.UU. podrían, si quisieran, poner fin de inmediato a los envíos de armas dirigidos a Siria por parte de Arabia, Emiratos Árabes Unidos, Qatar y otros, mediante la aplicación de restricciones de usuario final, con la amenaza de perder todo acceso futuro a las armas norteamericanas. Si bien es cierto que una votación del Consejo de Seguridad para prohibir la venta de armas es casi seguro que sería vetada por uno u otro lado, se ha abierto una importante vía para su aplicación con la entrada en vigor del Tratado de Comercio de Armas. Además, las prohibiciones unilaterales de transferencia de armas pueden y deben ser puestas en funcionamiento inmediatamente.

4. Construir relaciones diplomáticas, no militares. Es el momento para que la diplomacia pase al centro del escenario, no sólo como una actividad complementaria a las acciones militares. La diplomacia de los superpoderes que vemos constantemente en nuestras pantallas de televisión debe ir acompañada por la diplomacia siria. Ello significa que todas las partes involucradas deben sentarse en la mesa: el régimen sirio; la sociedad civil dentro de Siria incluyendo a activistas no violentos, mujeres, jóvenes, desplazados internos y refugiados obligados a huir de Siria (sirios, iraquís y palestinos); los kurdos sirios, cristianos, drusos y otras minorías, así como sunitas, chiitas y alauitas; los rebeldes armados; la oposición externa y los actores regionales y mundiales: Estados Unidos, Rusia, la Unión Europea, Irán, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Qatar, Turquía, Jordania, Líbano y otros. Una tarea difícil quizá; pero a largo plazo la inclusión será más eficaz que la exclusión. Mientras tanto, Kerry y Lavrov harían bien en poner sobre la mesa planes inmediatos para retirar sus propias fuerzas militares.  Las tensiones entre los dos gigantes con armas nucleares ya son demasiado fuertes. La resolución del problema de Siria podría (sólo posiblemente) ser el proyecto que finalmente les permite aprender una lección de paz. La solución a Siria podría ser - sólo posiblemente, - el proyecto que sea una lección de paz. No hay una solución militar. Rusia, al igual que otros actores, tiene claros intereses geoestratégicos. Y apunta a la doble moral de los políticos occidentales y los medios de comunicación que los apoyan, que son evidentes cuando nos fijamos en sus acciones (directas o indirectas) en el fomento de las hostilidades en toda la región. Sin embargo, Rusia también tiene las manos manchadas de sangre civil y no puede ser considerado como un promotor de la paz desinteresado. Esta es la razón por la que debe reunirse un grupo más amplio de estados. La búsqueda de soluciones diplomáticas más amplias en Naciones Unidas que cubran tanto ISIS como la guerra civil en Siria significa, en el corto plazo, un mayor apoyo a los esfuerzos para negociar el alto al fuego local, para permitir la ayuda humanitaria y la evacuación de civiles en zonas sitiadas. Lo que no se necesita es otra Coalición de Buena Voluntad; en vez de eso deberíamos dar comienzo ya a una Coalición de Reconstrucción.

5. Aumentar la presión económica sobre ISIS - y sobre todos los demás grupos armados. El Estado islámico es un caso especial y representa una amenaza especialmente letal. Ciertamente, debe ser desmantelado. Pero es poco probable que los ataques brutales, tal como vemos ahora en el asalto a Mosul, proporcionen una solución satisfactoria a largo plazo. De este modo no se llegará a las raíces del problema. Por esto compartimos los temores de los funcionarios de la ONU de que podría provocar un enorme desastre humanitario. Occidente tiene que trabajar más duro para reducir los flujos de financiación a ISIS, en particular mediante actuaciones dirigidas a las compañías petroleras, y especialmente a los intermediarios turcos, para que no se comercie con el “petróleo de la sangre”. Bombardear los convoyes de camiones de petróleo tiene graves impactos ambientales, así como humanos; sería más eficaz imposibilitar la venta del petróleo de ISIS. Por otra parte, Washington debe acabar con el apoyo hacia los aliados de las facciones armadas, incluidos Al Qaeda e ISIS. La mayoría de los analistas coinciden en que una parte importante de los fondos de ISIS y otros grupos armados provienen de Arabia Saudita; tanto si se trata de fuentes oficiales o no oficiales, el reino ciertamente tiene suficiente control sobre su población como para poner fin a esta práctica.
 
6. Aumentar las contribuciones humanitarias para los refugiados y ampliar los compromisos de reasentamiento. Las potencias occidentales deben aumentar de manera considerable sus contribuciones humanitarias a los organismos de las Naciones Unidas para los millones de refugiados y desplazados tanto internos como los que huyen de Siria e Irak. El dinero se necesita desesperadamente tanto dentro de Siria como en los países vecinos. Los EE.UU. y la UE han prometido fondos significativos, pero en su mayoría no han sido puestos a disposición de las agencias, ni entregado en destino. Pero en todo caso,  la crisis no es solamente financiera. IPB sostiene que los países occidentales debemos abrir mucho más las puertas a los refugiados. Es inaceptable que Alemania acoja 800.000 mientras que otros países (incluyendo aquellos que promovieron la guerra de Irak en primer lugar) acepten sólo a unos pocos miles, y mientras algunos, como Hungría, niegan totalmente el concepto inter-Europeo de solidaridad y de reparto de responsabilidades. La acción que proponemos no es simplemente la propia de una respuesta de solidaridad humana. Es nuestra obligación legal como firmantes de la Convención de Refugiados. Si bien reconocemos la dificultad política de tal posición dado el actual estado de la opinión pública, debemos declarar que las respuestas de los países occidentales ricos son simplemente inadecuadas. Hay muchas medidas específicas que pueden tomarse: por ejemplo, el establecimiento de corredores humanitarios (con transporte organizado), para que las personas que huyen de la guerra no tengan que arriesgar sus vidas de nuevo en el Mediterráneo. El invierno se acerca rápidamente y veremos muchas más muertes trágicas salvo que adoptemos una nueva política con celeridad.

CONCLUSIÓN: Siria es difícil. Todo el mundo sabe que la solución política es extremadamente difícil y que llevará mucho tiempo su resolución. Sin embargo,  precisamente cuando la situación es más grave es cuando las negociaciones deben proseguir. El hecho de que algunos de los interlocutores hayan cometido actos inaceptables no es razón para abandonar las conversaciones.

Hacemos un llamamiento para un alto al fuego local y regional, altos el fuego humanitarios y cualquier otro medio que permita a los servicios de rescate llegar a la población civil.  Mientras tanto instamos a un cambio inmediato en políticas clave, como la puesta en marcha de un embargo de armas absoluto, y la eliminación de las fuerzas extranjeras de la zona de batalla. También hacemos un llamamiento a una revisión de todas las sanciones contra Siria, algunas de las cuales tienden a penalizar a la población civil.

Por último, instamos a nuestros compañeros de los movimientos de la sociedad civil en todos los continentes para que mantengan y refuercen sus movilizaciones. Los políticos y los diplomáticos tienen que saber que la opinión mundial quiere acción y que no tolerará ninguna prolongación adicional de esta carnicería atroz. Ganar la guerra (por cualquier lado), ahora no es una opción. Lo que importa es acabar con ella.

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