Observatorio sobre desarme, comercio de armas, conflictos armados y cultura de paz
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Grecia y España: crisis y gasto militar

Escrito por Miquel González el . Publicado en Economia de defensa

Estos días, ante el riesgo de impago por parte de Grecia, se ha estado comparando el caso griego con el caso español. De hecho, expertos como Paul Krugman y Joaquín Almunia o publicaciones de gran renombre como el “Financial Times” o “The Economist”, han sido promotores de esta comparación.

El gobierno español, indignado por estos comentarios, se ha defendido diciendo que España no es Grecia y que existe un gran complot conspiracionista en su contra. ¿Hay razones, pues, para comparar Grecia con España o hay otros intereses detrás de estas afirmaciones?

Grecia tiene una deuda pública del 107% de su PIB, mientras que la deuda española es del 60%. Desde esta perspectiva, Grecia ha tomado un riesgo muy superior a España ya que se ha endeudado mucho más. Ahora bien, un gran deuda pública no quiere decir que un país no pueda hacer frente a su pago. Japón tiene una deuda pública del 200% y paga puntualmente a sus acreedores. ¿Qué es, pues, lo que determina que un Estado pueda hacer frente a sus deudas?

El Estado, al endeudarse, se compromete a devolver la deuda y pagar unos intereses en un plazo. Por lo tanto, para que el Estado pueda pagar los intereses debe generar un incremento de sus ingresos. Este aumento de la recaudación se produce de forma automática cuando la economía crece. Es decir, para conocer la capacidad de un Estado para hacer frente a los gastos de sus deudas debe hacerse el siguiente cálculo: crecimiento del PIB (en %) menos intereses de la deuda (en %). ¿Cuál es el resultado de este cálculo para Grecia y España en 2010? Grecia -3.2% y España -3.0%. En resumen, ambos países tendrán problemas, y de magnitud similar, para pagar los costes de sus deudas.

Por otra parte, Grecia ha estado "maquillando" durante años sus cuentas públicas para no encender las alarmas de Bruselas, engañar a los mercados y poder seguir manteniendo un tren de vida que estaba muy por encima de sus posibilidades . De hecho, según la oficina de estadísticas de la Unión Europea (Eurostat), Grecia no ha contabilizado durante años gasto en equipamiento militar, ha sobreestimado los ingresos procedentes de impuestos, no ha publicado gastos sanitarios y ha contabilizado las subvenciones europeas a empresas privadas como ingresos públicos. Y sobre el primer punto me gustaría profundizar.

Grecia es uno de los países más militarizados de la Unión Europea; ocupa el cuarto lugar del mundo como comprador de armas. Y desde la entrada en funcionamiento del euro no ha contabilizado en los presupuestos anuales de gastos de carácter militar. En 2001, por ejemplo, Grecia no contabilizó, según Eurostat, gastos militares por valor de 1.600 millones de euros. El gobierno español, por su parte, lleva haciendo lo mismo durante años, aunque de una forma más "sutil". Así, desde 1997 el gobierno español, a través del Ministerio de Industria, ha estado dando créditos para Investigación y Desarrollo a empresas militares. Un créditos que, teóricamente, deberían haberse ido devolviendo. Pues bien, hasta la actualidad el Ministerio de Industria ha dado préstamos a la industria militar por valor de 14.205 millones de euros, de los cuales no se han devuelto ni el 1%.

Las empresas militares en España, en contra de lo que popularmente se suele pensar, son muy poco rentables cuando no son un pozo de pérdidas. Es decir, estas empresas no han sido suficientemente solventes como para hacer frente al retorno de los créditos. Y el gobierno, en vez de considerar este créditos como pérdidas, ha preferido mantener estos créditos en sus balances como un activo más. ¿Qué es lo que gana con esta jugada? Una pérdida resta y por lo tanto contribuye a generar déficit. Un activo no.

En conclusión, el gobierno español, al igual que el griego, tendrá dificultades para pagar sus deudas. Y el gobierno español, al igual que el griego, ha dejado de contabilizar gastos militares, las cuales ya llegan a un 1,4% del PIB. Esta práctica, además de ser insostenible y muy arriesgado financieramente, esconde otra realidad: no se están dando créditos a la industria militar sino subvenciones directas.

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