Agencia Europea de Defensa: ¿Oficina del Lobby de la Industria de d
Una de las críticas que más resonaron desde los movimientos sociales pacifistas y antimilitaristas a la cuasi-fallida propuesta de Tratado para la Constitución Europea, fue la mención explícita de la creación de un organismo denominado Agencia Europea de Defensa (en adelante AED) y de sus funciones específicas, como una expresión más del desarrollo de la denominada Política Europea de Seguridad y Defensa (en adelante PESD)1. La realidad era que esa agencia ya funcionaba desde hacía casi un año, y el Tratado simplemente pretendía rubricar su existencia, aunque ya estuviese garantizada, independientemente de la confirmación o no de la propia Constitución.
Francesc Benítez, Materiales de Trabajo, núm 31 (abril 2007)
En este número pretendemos hacer un informe de lo más destacado de su diseño original y de su andadura, desde su puesta en marcha hasta ahora. Básicamente examinaremos el debate inicial (todavía no concluido) sobre sus funciones, los principales logros que ha conseguido llevar a cabo y los focos donde ha incidido su presión. El artículo concluirá con unas reflexiones acerca de la relación de este nuevo organismo con la deriva militarista que impregna la tan ensalzada Política Europea de Seguridad y Defensa.
La Agencia Europea de Defensa es un organismo intergubernamental que fue creado en julio de 2004 por el Consejo de Ministros de la UE al que se le encargaron inicialmente cuatro objetivos fundamentales: el impulso de las capacidades de defensa en el ámbito de la gestión de crisis; el fomento y la intensificación de la cooperación europea en materia de armamento; el fortalecimiento de la base tecnológica e industrial de la defensa europea y la creación de un mercado europeo competitivo de material de defensa; y por último, el fomento de la colaboración comunitaria en investigación y tecnología (en adelante I+D de defensa)2.
Su Comité de Dirección está formado por los 26 Ministros de Defensa (Dinamarca no está representada al optar desde el principio por no formar parte), y por su Presidente Javier Solana. En cuanto a su dependencia, se trata de una entidad que solo reconoce autoridad al Consejo, actuando de manera autónoma de la Comisión Europea. Su financiación corre a cargo de cada estado miembro participante según su PIB, y su dotación presupuestaria anual está alrededor de los 23 millones de euros, con los que realiza sus actividades, paga a su personal procedente de los ministerios de defensa de los estados miembros (compuesto por unas 80 personas) y reserva unos 3 millones para estudios de viabilidad sobre potenciales programas de I+D de defensa.
La propuesta de su creación se remonta a junio de 2003, y está enmarcada en las acciones necesarias para el desarrollo de la PESD. Su puesta en marcha legal se aprobó formalmente mediante una Acción Común del Consejo el 12 de julio de 2004 en aplicación del Título V del Tratado de la Unión Europea.
Las preguntas incómodas que rondaban en las mentes de los ministros de defensa en la fase de diseño de la AED eran tales como: cuáles serían los futuros lazos de la agencia con la Comisión Europea, si es que debía haber alguno, quién sería su líder y su Director Ejecutivo para la gestión diaria, qué autoridad tendría responsabilidad para asegurar el suministro de las fuerzas armadas, cuál sería la relación de la AED con los grupos existentes sobre armamento en la UE tales como la Organización Conjunta de Cooperación en materia de Armamento (OCCAR, legal desde 2001 y responsable de programas como el Airbus A400M o los helicópteros Tigre) o el Grupo de Armamento de Europa Occidental (GAEO, rama de la cuasi-extinta organización de defensa Unión Europea Occidental), o qué capacidad tendría el Comité de Dirección de la AED integrado por los Ministros de Defensa para definir políticas de forma independiente a los Ministros de Exteriores, a los que habitualmente deben reportar los primeros.
Así mismo, se planteaba la inquietud de que si la AED sometía a revisión la base industrial de los países miembros y proponía verdaderas reestructuraciones industriales en el campo de la defensa, y la Comisión Europea se implicaba en ellas, ésta presionaría por la transparencia de las ofertas de concursos y por la aplicación de todos los procedimientos sobre competencia que ya se aplican a otros sectores industriales para otros bienes y servicios. Esto podría beneficiar a algunos estados miembros con la mayor parte de la industria en manos privadas, pero no a otros en los que ésta aún pertenece al estado.
El sector privado también mostró cierto escepticismo inicial ante la creación de la ADE. En su caso por cuestionar su eficacia y su eficiencia debidas a cojera y lentitud por la burocracia, cierta tendencia a encoger los presupuestos militares de algunos estados miembros o por la dificultad manifiesta general a llegar a acuerdos comunitarios. Y por supuesto, estaba el tema de las patentes, por lo que respecta adónde acaba la cooperación y comienza la competencia. Su demanda se centraba en que cuando un programa de I+D de defensa se desarrollase bajo el paraguas de la AED, habría que decidir quién tendría la patente o copyright de los productos desarrollados.
Finalmente, estaba el posible solapamiento de los programas existentes de investigación y provisión de armamento que ya tenía en marcha la OTAN, que despertó las críticas de EEUU sobre el hecho de que la AED operaría fuera de su ámbito (el de la OTAN). Dichas críticas estaban ya agriadas por los contenciosos ya existentes sobre las limitaciones de penetración de los mercados entre las potencias armamentísticas a ambos lados del Atlántico, de EEUU hacia la UE y viceversa (por ejemplo, la guerra comercial entre Boeing y Airbus).
A pesar de todos estos interrogantes, la agencia puso en marcha su andadura. En diversas declaraciones, Nick Witney, el Director Ejecutivo de la AED3, mostraba cómo se estaban abordando los problemas. A la vista de sus palabras, lo primero a clarificar era aquello que no era función de la agencia. Ésta no se iba a encargar de los aspectos operativos de la defensa, ni iba a intervenir en cuestiones de política y estrategia.
En el tema de la OTAN, reconocía el peligro de duplicidad, que sería tratado, como se verá más adelante, dejando el diálogo y la negociación en manos de las principales asociaciones industriales militares ligadas a ambos organismos.
Respecto al mercado trasatlántico, en aquel momento no existía acuerdo entre los entonces 24 países miembros de la AED. El principal problema, según Witney, “es que es EEUU quien restringe la entrada de material de defensa proveniente de los miembros de la UE” justificando esta política por la gran diferencia de gasto militar existente entre ambos, que le coloca en una posición de fuerza. Mientras que en 2005 EEUU gastó unos 406.000 millones de euros, la UE en su totalidad, solo gastó 193.000 millones, menos de la mitad4. De las palabras del ejecutivo se extrae uno de los principales focos de presión que emanan de la AED que dice que para desbloquear el flujo de material de defensa hacia EEUU, los estados miembros de la UE deben “sumar esfuerzos e invertir en una base industrial tecnológica de defensa más fuerte, para poder tratar estas cuestiones en igualdad de condiciones” con su socio transatlántico.
También cabe prestar atención en otros dos aspectos clave de sus declaraciones. La AED debe actuar como un organismo catalizador para un doble cambio de paradigma en cuanto a la defensa que debe abordar la UE. Por una parte debe pasar de pensar en una defensa territorial a pensar en operaciones de despliegue en lugares remotos y por otra parte debe tener en cuenta las implicaciones de la nueva revolución tecnológica de la información. Estas palabras demuestran una vez más la obsesiva alineación de las instituciones militares europeas con la doctrina de la “guerra preventiva” que resuena desde los grupos de poder de los complejos militares industriales.
Respecto al tema de la I+D de defensa, Witney desmonta uno de los mitos con que tradicionalmente se ha justificado la inversión en investigación en defensa, el de que las inversiones en este campo producen un retorno que tiene un efecto desarrollador para la base industrial general del estado que las lleva a cabo. Sin embaro, ahora, “el retorno industrial no es una prioridad”. El concepto en sí se considera incluso pasado de moda. No es una prioridad al plantear la parte del presupuesto de defensa a destinar a I+D. Es más, es contraproducente tenerlo en cuenta porque mediatiza la cantidad a destinar. En definitiva, la justificación para aumentar el gasto en investigación es que ésta se ponga al servicio del fortalecimiento de esa base tecnológica industrial de la defensa para afrontar los retos y objetivos de la PESD en unos 20 o 30 años.
Así, otro gran objetivo de la agencia será cooperar estrechamente con la Comisión Europea para que se prepare para gastar niveles de dinero sin precedentes en I+D de defensa. Para ello, dice Witney, habrá que tener en cuenta que en 2007 se aprobará el Séptimo Programa Marco de Investigación y Desarrollo Tecnológico (FM7) para el periodo 2007-2013, del cual la investigación en seguridad debería llevarse una buena parte. En este sentido, con el fin de conseguir un gran programa de inversión en I+D de defensa, y teniendo en cuenta que muchas de las tecnologías en desarrollo son de doble uso, el Director de la AED propone deshacer sutilmente la diferenciación entre investigación en defensa e investigación en seguridad, ya que mientras la primera se nutre de los presupuestos de los ministerios de defensa, la segunda puede ser financiada por la Comisión Europea. El truco, consistirá en “mantener la diferenciación oficial pero procurar que se lleve a cabo la investigación más relevante”. En resumen, y en palabras textuales del propio Witney, desde la AED “nos gustaría ayudarles [a los estados miembros] a gastarse su dinero”5.
Pasemos a examinar los principales acontecimientos relacionados con la AED desde su puesta en marcha:
En primer lugar, se aprueba que la AED asuma gradualmente las actividades de los dos principales grupos de investigación en defensa actuales: OCCAR y GAEO. (abril 2005)
A continuación, para evitar duplicidad de programas entre OTAN y AED, dos asociaciones de industria de defensa, una afín a la primera (NATO Industrial Advisory Group), y otra afín a la UE (Aerospace and Defense Industries Association of Europe) crean un grupo de trabajo. (septiembre 2005)
Más adelante, en línea con la creación de una fuerza de reacción rápida de 60.000 efectivos tecnológicamente equipada y capacitada a finales de esta década (uno de los retos de la PESD), se aprueba que los estudios a priorizar en 2006 sean referentes a SDR (Sistemas de Radio Definida por Software), transporte estratégico y abastecimiento de combustible en el aire. (febrero 2006)
Javier Solana, máximo representante de la Política Exterior y de Seguridad Común europea y presidente de la AED verbaliza la presión a los estados miembros para aumentar el gasto en I+D de defensa. En la conferencia anual de I+D de la agencia, hace un llamamiento a los miembros para “que todos gasten más y gasten más juntos en I+D de defensa”. (febrero 2006)
Pero el logro más importante del periplo de la AED supone la apertura del mercado de material de defensa entre estados miembros de la UE. Tras una presión brutal de las grandes industrias de defensa que pedían que se eliminasen las barreras para el mercado interior, se aprueba un Código de Conducta de acatamiento voluntario, denominado “Código del Artículo 296” que es asumido por todos los estados miembros excepto Dinamarca, Hungría y España. Su objetivo es que ante los procesos de adquisición de material de defensa no se invoque el Artículo 296 del Tratado fundacional, el cual permite eximir la adquisición de material de defensa de la competencia entre estados miembros, apelando a motivos de seguridad nacional. Este hecho tiene graves repercusiones en cuanto a que relaja (por no decir que suprime) las condiciones de control y transparencia de las exportaciones y re-exportaciones de armas, y equipara los productos de defensa a cualquier otro al cual se aplica el principio de libre movimiento. (julio 2006)
De este modo, entre otras mociones sobre compartir la propiedad intelectual de lo que se invente bajo el paraguas de la AED, podríamos decir que el segundo semestre del 2006 estuvo caracterizado por nuevos episodios de fuerte presión por parte de la industria de defensa, que llegó a acusar en diferentes ocasiones a los ministros de defensa de los estados miembros de falta de confianza en la gestión de la AED, por no concederle un presupuesto mucho mayor (básicamente se planteaba pasar de los 20 millones de euros a los 200) para gestionar programas de I+D de defensa ante los retos de seguridad que debía afrontar la UE. Como consecuencia de esta presión, finalmente se ha establecido un modelo de colaboración y de financiación voluntaria de programas conjuntos que tenderá a aumentar en cuantía año tras año.
A la vista de los acontecimientos anteriores, podemos afirmar que la AED ha sido uno más de los organismos a través del cual el lobby de los complejos militares industriales europeos ha realizado su presión sobre los estados miembros, para forzarlos a aumentar su gasto en defensa en todos sus aspectos, ya sea para igualarse a EEUU, ya sea para aumentar el gasto en I+D de defensa de forma progresiva y exponencial.
Otra de las consecuencias perniciosas de sus acciones, relacionada con el mercado de equipos de defensa, ha sido la de comenzar una erosión progresiva sobre la aplicación del Código de Conducta de la UE para la Exportación de Productos de Defensa6, al mostrarse éste como un impedimento para la necesaria fluidez del abastecimiento de equipos de defensa. Aunque su afectación inicial es para los estados miembros, parece bastante claro que en el futuro se abordará la problemática de la exportación e importación fuera de las fronteras europeas.
Finalmente, la reflexión más desoladora a la que conduce el seguimiento de cómo se concreta la Política Europea de Seguridad y Defensa con organismos tales como la Agencia Europea de Defensa, es que no aparece ni un atisbo por ninguna parte de la voluntad de incorporar los conceptos más novedosos sobre la Seguridad Humana que ya han mostrado desde hace años por activa y por pasiva cuáles son las áreas que realmente proporcionan “seguridad” a los ciudadanos tanto dentro como fuera de la Unión Europea7.
Así mismo, a la vista de los “logros” conseguidos por la AED entre los estados miembros en cuanto a conseguir aunar esfuerzos, evitar duplicidades, gestionar programas comunes de I+D, trabajar de forma más eficiente, forzar más gasto económico anual, o tener perspectivas a largo plazo, se demuestra una vez más la capacidad de acción de las comunidades de seres humanos cuando existe una voluntad política concreta.
Dicho de otra manera, cuán diferente sería el futuro de la humanidad en general si las energías, los recursos, la inteligencia, la creatividad y la imaginación, en lugar de destinarse a fabricar material para la guerra, se destinasen a fines como la búsqueda de energías limpias, la desaparición de la pobreza, el acceso al agua potable para todo el mundo, la vacuna contra el SIDA, la imposición del mercado justo, la creación de un tribunal internacional y así un largo etcétera.
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Notes:
1 Artículos I-41 y III-313 del “Tratado por el que se establece una Contitución para Europa”.
2 Acción Común 2004/551/CFSP adoptada por el Consejo de la Unión el 12 de julio de 2004.
3 Un breve currículum de Nick Witney, junto con algunos de sus puntos de vista, se pueden consultar en la “Revista de la OTAN” por Internet en: http://www.nato.int/docu/review/2005/issue1/spanish/interview_b.html
4 Datos disponibles en la web de la Agencia Europea de Defensa, en el apartado “Defence Facts”: http://www.eda.europa.eu
5 Defense News, 3 de mayo de 2004 http://www.defensenews.com/sgmlparse2.php?F=archive2/20040503/atpc11497520.sgml
6 En la página web de Justícia i Pau se puede consultar información sobre este hecho:
http://www.justiciaipau.org/comunicats.ca.shtml?x=6308
7 Para obtener información sobre Seguridad Humana, se puede consultar: http://www.humansecurity.org/humansecurity.html