El TNP
Del 3 al 28 de mayo se celebrará en Nueva Cork la octava Conferencia de Revisión del Tratado de No Proliferación (TNP). A excepción de la India, Pakistán, Israel y Corea del Norte, que salió en 2003, el resto de países lo han ratificado.
El TNP, en vigor desde 1970, tiene el objetivo fundacional de prevenir la diseminación del armamento nuclear, y contiene acuerdos en materia de noprolifración, desarme, energía nuclear i zonas libres. Básicamente, el TNP obliga a los países firmantes a renunciar a la posesión de este tipo de armamento, con la excepción de los países del Consejo de Seguridad de la ONU, a quienes conmina de manera baga a hacer pasos hacia el desarme.
Paralelamente existen otros dos tratados: el Tratado de Prohibición de Pruebas Nucleares (CTBT), que prohíbe la realización de tests de armamento nuclear, pero que no está en vigor porque la India, Pakistán i Corea del Norte no lo han firmado, y la China, EEUU, Irán, Israel, Indonesia y Egipto no lo han ratificado. Por otro lado, el Tratado de Reducción de Armas estratégicas (START), de carácter bilateral entre EEUU y Rusia y renovado recientemente, limita el número de ojivas nucleares estratégicas activadas y los medios lanzadores, pero obvia las armas nucleares tácticas y las que están en reserva.
Balance del TNP
Valorar la eficacia de cualquier tratado de esta índole es complejo y subjetivo, porque no se dispone de ninguna referencia con que compararlo. Es aventurado hacer hipótesis de que hubiera pasado si no se hubiera firmado el TNP, si habría más países nucleares o si los arsenales serían mayores que los existentes actualmente. A pesar de aceptar que el TNP haya podido tener un papel de contención, no es menos cierto que las metas marcadas por el propio tratado están aún muy lejos de ser alcanzadas. Hay más países poseedores que en el momento de la entrada en vigor y no solamente no se ha conseguido la eliminación total del armamento nuclear, si no que ni tan siquiera ha comportado una reducción significativa de los arsenales. Por lo tanto, se puede decir sin ambages que hasta la fecha el TNP ha fracasado.
Una de las principales debilidades del TNP es su carácter discriminatorio. A diferencia de la Convención de Armas Químicas (CAQ), que establece una prohibición universal, el TNP permite excepciones que han impulsado la proliferación. Es más, este es un tema abierto y periódicamente hay gobiernos que se cuestionan el sentido de autolimitarse si no se obtiene a cambio una garantía de desarme completo. La perversidad de esta situación es evidente y, dado que actualmente muchos países tienen la capacidad tecnológica para fabricar bombas atómicas, el riesgo de reproliferación masiva está todavía presente.
Octava conferencia de revisión
Esta edición viene precedida por la conferencia de 2005 que acabó estrepitosamente con una clara confrontación entre los países que exigen un desarme efectivo y los cinco poseedores. Sin embargo, durante el 2009 se han sucedido las declaraciones bienintencionadas, sinceras o no, de los líderes políticos de los estados nuclearizados. A la vez, EEUU y Rusia se presentaran a la cumbre con el nuevo START firmado bajo el brazo. Es innegable que los preámbulos aparentes son muy diferentes de la precedente, no porque estos sean magníficos, si no porque los anteriores fueron nefastos. Esto, es evidente, en ningún caso es garantía de que esta reunión pueda consolidar avances hacia un desarme efectivo.
Actualmente, contemplando aún el desmantelamiento total en un horizonte muy lejano, las negociaciones se centran en cómo retomar el proceso de desarme. Los organismos internacionales, gobiernos y ONG que trabajan en esta dirección se enfrentan a unas doctrinas militares que todavía reivindican la necesidad de este armamento y que, por ejemplo, exigen el desarrollo de nuevas bombas tácticas de baja potencia (sic) que puedan ser utilizadas en situaciones de guerra convencional. Las presiones militares, las ansias delirantes de poder y los intereses económicos intentan torpedear cualquier avance.
En esta situación, los principales temas de negociación en Nueva York serán:
• Universalización del tratado. Se están buscando fórmulas para poder hacer entrar a medio plazo a la India, Pakistán, Israel y Corea del Norte.
• Desarme nuclear. Hay dos propuestas sobre la mesa: la de los 13 pasos aprobada en la conferencia del 2000, o comenzar de nuevo estableciendo las bases para una futura negociación para una Convención de Armas Nucleares universal, similar a la de las armas químicas. Un número creciente de países encabezados por Costa Rica y la sociedad civil apuestan por la convención.
• Seguridad del material nuclear. Las implicaciones de un mercado negro son extremadamente peligrosas.
• Desarme y no proliferación regional, especialmente la Resolución 1995 sobre Oriente Medio.
• Medidas para disuadir los países que quieran salir del tratado, tal y como hizo Corea del Norte.
• Medidas para fortalecer y hacer efectivo el tratado, hasta ahora demasiado débil por sus vulneraciones y su poca capacidad ejecutiva.
Por otro lado, la sociedad civil se ha agrupado alrededor de la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares (ICAN). Esta campaña se centra en exigir la aprobación de la convención, argumentando que la probabilidad de conseguir la eliminación haciendo pasos fragmentados es prácticamente nula.
Qué se puede esperar
Como ya se ha dicho anteriormente, la meta de un acuerdo de desmantelamiento definitivo ni se contempla como opción. El quid de esta cimera será ver si se puede superar la parálisis que ha habido en los últimos años en materia de desarme, y se empieza una nueva etapa en la que se establezcan objetivos progresivos y cuantificables que se cumplan a medio plazo. A similitud de la Conferencia del Cambio Climático de Copenhague, los discursos oficiales están cargados de buenas palabras, pero hay demasiadas señales de que la realidad va por otros senderos. Una renovación del START que sólo desmantela el material obsoleto, las presiones al parlamento británico para renovar la flota de submarinos Trident, o una política de reafirmación militar de Rusia, entre otros, no son los mejores augurios de cara a mayo. Ojalá la sociedad civil y los países que lideran la propuesta de una convención sobre armamento nuclear tengan la capacidad de presionar que no han tenido hasta ahora, pero desgraciadamente, no hay mucho espacio para el optimismo.
Paralelamente existen otros dos tratados: el Tratado de Prohibición de Pruebas Nucleares (CTBT), que prohíbe la realización de tests de armamento nuclear, pero que no está en vigor porque la India, Pakistán i Corea del Norte no lo han firmado, y la China, EEUU, Irán, Israel, Indonesia y Egipto no lo han ratificado. Por otro lado, el Tratado de Reducción de Armas estratégicas (START), de carácter bilateral entre EEUU y Rusia y renovado recientemente, limita el número de ojivas nucleares estratégicas activadas y los medios lanzadores, pero obvia las armas nucleares tácticas y las que están en reserva.
Balance del TNP
Valorar la eficacia de cualquier tratado de esta índole es complejo y subjetivo, porque no se dispone de ninguna referencia con que compararlo. Es aventurado hacer hipótesis de que hubiera pasado si no se hubiera firmado el TNP, si habría más países nucleares o si los arsenales serían mayores que los existentes actualmente. A pesar de aceptar que el TNP haya podido tener un papel de contención, no es menos cierto que las metas marcadas por el propio tratado están aún muy lejos de ser alcanzadas. Hay más países poseedores que en el momento de la entrada en vigor y no solamente no se ha conseguido la eliminación total del armamento nuclear, si no que ni tan siquiera ha comportado una reducción significativa de los arsenales. Por lo tanto, se puede decir sin ambages que hasta la fecha el TNP ha fracasado.
Una de las principales debilidades del TNP es su carácter discriminatorio. A diferencia de la Convención de Armas Químicas (CAQ), que establece una prohibición universal, el TNP permite excepciones que han impulsado la proliferación. Es más, este es un tema abierto y periódicamente hay gobiernos que se cuestionan el sentido de autolimitarse si no se obtiene a cambio una garantía de desarme completo. La perversidad de esta situación es evidente y, dado que actualmente muchos países tienen la capacidad tecnológica para fabricar bombas atómicas, el riesgo de reproliferación masiva está todavía presente.
Octava conferencia de revisión
Esta edición viene precedida por la conferencia de 2005 que acabó estrepitosamente con una clara confrontación entre los países que exigen un desarme efectivo y los cinco poseedores. Sin embargo, durante el 2009 se han sucedido las declaraciones bienintencionadas, sinceras o no, de los líderes políticos de los estados nuclearizados. A la vez, EEUU y Rusia se presentaran a la cumbre con el nuevo START firmado bajo el brazo. Es innegable que los preámbulos aparentes son muy diferentes de la precedente, no porque estos sean magníficos, si no porque los anteriores fueron nefastos. Esto, es evidente, en ningún caso es garantía de que esta reunión pueda consolidar avances hacia un desarme efectivo.
Actualmente, contemplando aún el desmantelamiento total en un horizonte muy lejano, las negociaciones se centran en cómo retomar el proceso de desarme. Los organismos internacionales, gobiernos y ONG que trabajan en esta dirección se enfrentan a unas doctrinas militares que todavía reivindican la necesidad de este armamento y que, por ejemplo, exigen el desarrollo de nuevas bombas tácticas de baja potencia (sic) que puedan ser utilizadas en situaciones de guerra convencional. Las presiones militares, las ansias delirantes de poder y los intereses económicos intentan torpedear cualquier avance.
En esta situación, los principales temas de negociación en Nueva York serán:
• Universalización del tratado. Se están buscando fórmulas para poder hacer entrar a medio plazo a la India, Pakistán, Israel y Corea del Norte.
• Desarme nuclear. Hay dos propuestas sobre la mesa: la de los 13 pasos aprobada en la conferencia del 2000, o comenzar de nuevo estableciendo las bases para una futura negociación para una Convención de Armas Nucleares universal, similar a la de las armas químicas. Un número creciente de países encabezados por Costa Rica y la sociedad civil apuestan por la convención.
• Seguridad del material nuclear. Las implicaciones de un mercado negro son extremadamente peligrosas.
• Desarme y no proliferación regional, especialmente la Resolución 1995 sobre Oriente Medio.
• Medidas para disuadir los países que quieran salir del tratado, tal y como hizo Corea del Norte.
• Medidas para fortalecer y hacer efectivo el tratado, hasta ahora demasiado débil por sus vulneraciones y su poca capacidad ejecutiva.
Por otro lado, la sociedad civil se ha agrupado alrededor de la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares (ICAN). Esta campaña se centra en exigir la aprobación de la convención, argumentando que la probabilidad de conseguir la eliminación haciendo pasos fragmentados es prácticamente nula.
Qué se puede esperar
Como ya se ha dicho anteriormente, la meta de un acuerdo de desmantelamiento definitivo ni se contempla como opción. El quid de esta cimera será ver si se puede superar la parálisis que ha habido en los últimos años en materia de desarme, y se empieza una nueva etapa en la que se establezcan objetivos progresivos y cuantificables que se cumplan a medio plazo. A similitud de la Conferencia del Cambio Climático de Copenhague, los discursos oficiales están cargados de buenas palabras, pero hay demasiadas señales de que la realidad va por otros senderos. Una renovación del START que sólo desmantela el material obsoleto, las presiones al parlamento británico para renovar la flota de submarinos Trident, o una política de reafirmación militar de Rusia, entre otros, no son los mejores augurios de cara a mayo. Ojalá la sociedad civil y los países que lideran la propuesta de una convención sobre armamento nuclear tengan la capacidad de presionar que no han tenido hasta ahora, pero desgraciadamente, no hay mucho espacio para el optimismo.