Festa del Cel
El éxito de público debería llevarnos a reflexionar sobre lo que significa aplaudir una exhibición en la que predominan aviones militares de combate. Se disfrazan convenientemente para realizar bonitas piruetas que nos hagan olvidar su verdadera función, lanzar bombas y ametrallar, sembrando la muerte y destrucción muchas veces de victimas inocentes no combatientes. Esto ocurre en todas las guerras y por la causa que sea que por supuesto siempre es buena para el que aprieta el botón.
Barcelona fue bombardeada en la guerra de Franco. Asesinaron a muchos inocentes y aun quedan barceloneses que lo recuerdan con terror. Una ciudad que ha sido bombardeada no debería nunca aplaudir a aviones de combate sin que parezca una burla a sus muertos. Una ciudad que se reclama de paz como Barcelona debe tener también fiestas de paz. Aviones civiles, alas delta, bomberos, cometas, pueden llenar el cielo de belleza y de paz.
Cada niño que nace en el mundo, por el hecho de nacer ya recibe quince condenas a muerte que es la cantidad de bombas atómicas que tenemos acumuladas. Debería recibir alimentos, techo, salud, cultura y sobretodo amor. La realidad es bien distinta. Hemos transformado este bello planeta en un mundo poco acogedor. Solo con la cuarta parte de lo que gastamos en armamento se podría solucionar.
El camino de la vida pasa por el desarme, el de la muerte pasa por las armas.
A todos nos toca elegir. Aun estamos a tiempo.